Capítulo ∞ 26

552 41 9
                                    

26

"Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano."

***

NENA

Doblo cuidadosamente el papel y lo guardo en un sobre blanco. Camino de un lado a otro de mi cuarto, nerviosa porque pronto llegará Daniel a recogerme.

Me observo por enésima vez en el espejo para cerciorarme de que mi apariencia es la adecuada. Decidí hacer algo más elaborado con mi cabello así que le pedí a Kathe que lo trenzara por mí. Ha quedado bastante lindo, debo admitir. Peinarme nunca ha sido mi fuerte, especialmente porque mi cabello es una maraña indomable, así que siempre opto por lo más fácil que es dejarlo suelto en un afro o recogerlo en un moño.

Se escucha una bocina proveniente del exterior, lo que me indica que han llegado por mí. Tomo mi mochila y en ella guardo una libreta con el sobre adentro, mis llaves y algo de dinero.

—Ya me voy, Kathe —aviso por el pasillo.

—Que te diviertas, amiga.

Dudo que me vaya a divertir pero aun así asiento, armándome de valor.

Salgo de la vecindad hacia la carretera donde está Daniel. Me está esperando apoyado en su motocicleta, vestido con un par de jeans y un buzo azul cubierto por una chaqueta negra de cuero, luciendo espectacular. Mis pasos se detienen y lo observo un poco más. En cuanto se percata de mi presencia sonríe al notar mi embelesamiento, se aleja de la FZ y se acerca a mí para saludarme con un cálido beso en la mejilla que me provoca mil sensaciones distintas. Cuando se aleja, lo tomo de la manga para detenerlo. Lo observo y doy un paso hacia él, haciendo algo muy inusual en mí: tomar la iniciativa. Acabo con la distancia que separa nuestros labios, acariciándolos con algo de nerviosismo y él me corresponde, pasando su brazo por mi cintura y besándome con seguridad.

—Hola —murmuro con voz temblorosa cuando nos separamos.

—Hola, tú —dice con calma, guiñándome un ojo.

Él se acerca a la moto y me entrega un casco mientras se termina de abrochar el suyo. Pasa una pierna sobre la motocicleta y me ayuda a subir detrás de él.

—Bien, ¿a dónde vamos? —cuestiona con las manos puestas en el manubrio.

—Quisiera ir a alguna plaza, algún lugar donde podamos conversar.

—No se diga más.

Pone la moto en marcha y en pocos minutos alcanza la avenida principal.

Mis manos, algo temblorosas, rodean su cintura... incluso creo que estoy sudando frío. Estoy demasiado nerviosa como para poner algún tema de conversación así que me dedico a mirar hacia un lado el paisaje borroso que vamos dejando tras nosotros.

Al cabo de unos diez minutos estamos llegando a la plaza por la que caminábamos el día anterior. Se estaciona en una zona aledaña y nos bajamos para deambular por ahí. Igual que ayer él toma mi mano y me guía a través de la multitud. Yo me dejo llevar, principalmente porque la sensación de su mano contra la mía se siente verdaderamente bien en este clima helado.

Llegamos hasta una especie de fuente central. Hay muchas parejas alrededor y niños correteando uno tras de otro. Nos sentamos en una de las bancas que hay por ahí y permanecemos en silencio por un largo tiempo, observando a la gente pasear.

El impuso de llenar el silencio se va apoderando de mí y me va provocando una ansiedad tremenda, pero trato de controlarme. He decidido que no seré la primera en hablar y dejaré que él sea quien rompa el hielo. Sabrá Dios qué estupideces podría salir de mi boca en estos momentos.

Cenizas de un amor olvidado © | #1Where stories live. Discover now