Capítulo ∞ 2

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"Una verdad a medias no es más que una cobarde forma de mentir."

***

DANIEL

Dejamos nuestras maletas en la habitación, y cuando digo «dejamos» me refiero a que Manuel me entregó las suyas y se fue corriendo hacia la playa con la excusa de que las vacaciones casi terminan y no iba a desperdiciar su tiempo dejando las maletas arriba.

Típico de él. De todas formas, no le refuté ya que tenía razón; nuestra semana de vacaciones acaba el treinta de este mes, o sea en dos días. Llevo sus maletas a su habitación y las pongo sobre su cama. Después voy a mi habitación y dejo las mías en cualquier lugar, ya me ocuparé de ellas más tarde. En vez de quedarme en casa decido hacerle caso a Manuel, algo inusual en mí, y salgo corriendo para alcanzarlo.

—¡Manuel! —intento llamar su atención antes de que cruce la avenida, pero él no parece escucharme puesto que se cruza corriendo.

Suspiro y sigo caminando. De todas formas nos dirigimos al mismo sitio, ¿no? Nos encontraremos en algún momento. Espero a que el semáforo cambie de color y me atravieso después de mirar a ambos lados de la calle. La caminata de aquí a la playa me permite recordar la conversación que tuve con la chica del bus. Ahora que lo pienso, ni siquiera sé su nombre. Nunca me lo dijo y yo tampoco pregunté.

Bueno, qué se le puede hacer, además nunca nos volveremos a encontrar. Palma es muy grande y es, en la medida de lo posible, demasiado utópico que nos volvamos a ver. Ni siquiera tengo su número.

Además, sería demasiado vergonzoso puesto que ella presenció mi ataque de ansiedad, y no sólo eso, sino que mi mayor temor estuvo a punto de suceder: que alguien se de cuenta de mi problema.

Diez minutos más tarde estoy cruzando la avenida Gabriel Roca así que me deshago de cualquier pensamiento y me concentro plenamente en lo que tengo frente a mis ojos: chicas en bikini y el mar abierto.

Mi paraíso... o, mejor dicho: el paraíso de cualquier chico.

Y a eso me dedico el resto de mis cortas vacaciones. Disfrutar del sol, la arena y las chicas lindas. Lo mejor que existe en esta miserable vida.

Desgraciadamente el fin de semana se pasa volando y el lunes llega en un abrir y cerrar de ojos. En estos momentos voy de camino al Club, con un ojo abierto y el otro cerrado del cansancio. Odio los lunes. Pero no me malinterpreten, amo mi trabajo con todo mi corazón, pero hubiera deseado que las vacaciones se alargaran un poco más. No tuvimos mucho tiempo para disfrutarlas en Barcelona, y en Palma no hay muchas cosas divertidas para hacer.

—¡Pardo! —gritan a mis espaldas. Volteo y me encuentro con Ricardo y Miguel, los delegados.

—¡Eh! Ricky, Miguelucho. —Me acerco a ellos y los saludo con un fuerte abrazo—. ¿Qué tal, cómo pasasteis las vacaciones?

—Qué te puedo decir, tío. Conocí a una chica maravillosa y pues... ahora estamos saliendo —dice Ricardo.

—¿Tú, saliendo formalmente con una chica? Eso tengo que verlo.

Mientras hablamos nos dirigimos hacia los vestidores.

—En serio, Pardo. Ella es increíble. Un gran trofeo noruego. Rubia, piernas largas... Creo que estoy enamorado. —Pone una expresión soñadora.

—Yo creo que lo que estás es encoñado, amigo mío.

Revuelvo su cabello negro, siendo consciente de que odia que yo haga esto y me acerco a mi casillero mientras escucho sus quejas. Saco mi uniforme y empiezo a desvestirme. Ellos hacen lo mismo que yo.

Cenizas de un amor olvidado © | #1Where stories live. Discover now