24

82 42 4
                                    

Como lo informó mi padre, retomé las clases en el Instituto Privado de ese pueblo tan pequeño pero que había acogido mis recuerdos de infancia y de días felices en diversas ocasiones

Hoppla! Dieses Bild entspricht nicht unseren inhaltlichen Richtlinien. Um mit dem Veröffentlichen fortfahren zu können, entferne es bitte oder lade ein anderes Bild hoch.

Como lo informó mi padre, retomé las clases en el Instituto Privado de ese pueblo tan pequeño pero que había acogido mis recuerdos de infancia y de días felices en diversas ocasiones.

Mi padre quería que tenga las "mejores educaciones", por otra parte yo no le veía las diferencias entre uno público o uno privado si en ambos se enseñaba lo mismo, solo que había personas que se creen la gran cosa por poseer dinero que otros se sacrifican de sol a sol y de lunes a lunes por tener lo básico en cambio nosotros teníamos de sobra hasta lo que no nos hacía falta.

Creí que en aquel pueblo tan pequeño las diferencias de clase social no importaban tanto como en donde vivía anteriormente y aquello era más visto y diferenciado que de allí, pero pareciese que en donde vaya así sea bajo el mar, siempre importará.

A diario diferencian todo con vanidad y egoísmo olvidándose de lo único que realmente importa... el amor.

Una semana de silencio, de no entablar conversación, si lo intentaban hacía gestos o muecas para hacerles entender que no necesitaba socializar con nadie, aunque para mis adentros imploraba que alguien me escuchara liberándome de la soledad que me apresaba.

Por días intente parecer fuerte, pero la vida se empeñaba en hacerme caer muy seguido, que ya no encontraba fuerzas por dónde seguir. Matías siempre fue mi sostén, con él a mi lado todo lo que estuviera pasándome nunca me importaba, con él todo lo malo se escabullía, lo extrañaba, lo necesitaba más que nunca necesité a nadie, en esos días no tuve a nadie.

Comprendí que debía ser fuerte por mí misma, avanzar sola con mis propias sombras que oscurecían mi camino y no me dejaban ver.

No todos siempre están para quedarse como quisiéramos, eso lo aprendí por las malas, por eso debemos aprender a ser independientes porque si diariamente dependiéramos de alguien jamás aprenderíamos por nosotros mismos. Nos dan cierta clase de ayuda, sí, pero todo lo demás depende solo de nosotros.

Era un miércoles, caminaba por los pasillos observando a todos tan felices, sin preocupaciones ni límites, me percaté de una chica pelirroja natural, compostura alta y delgada, que por cierto momento la ignoré pero no pude evitar que buscaba con desespero algo en el piso de aquel Instituto aseado y prolijo.

— ¿Puedo ayudarte? Veo que buscas algo, podemos encontrarlo juntas —me ofrecí.

—Sí, de hecho, busco mis lentes, se me cayeron cuando tropecé, sin ellos no puedo ver muy claro y los necesito para la próxima clase —me explicó.

Buscamos aquellos lentes que se habían perdido en el amplio pasillo del Instituto, hasta encontrarlos.

— ¡Lo encontré! —mencioné con el objeto en mis manos, la chica pelirroja asintió agradecida y con un suspiro de alivio.

—Muchas gracias, te debo una ¿cómo te llamas? —se colocó los lentes y arregló las pequeñas arrugas en su uniforme.

—No tienes por qué agradecer, me llamo Liz Harrison ¿y tú? ¿vamos a la misma clase? Porque nunca te había visto, aunque solo estoy aquí un par de días.

Antes de que amanezcaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt