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¿Qué influencias tienen las palabras en nuestras vidas? ¡bastante diría yo! con ellas podemos expresar lo que sentimos y pensamos, llenan de paz y felicidad a un corazón perdido entre la lúgubre tormenta para proporcionarle calma

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¿Qué influencias tienen las palabras en nuestras vidas? ¡bastante diría yo! con ellas podemos expresar lo que sentimos y pensamos, llenan de paz y felicidad a un corazón perdido entre la lúgubre tormenta para proporcionarle calma.

Las palabras pueden... llenar de luz ojos opacos semejantes a las hojas caídas de un viejo pero frondoso árbol en otoño que anhelando espera la llegada de la primavera para vestirse de apetitosos frutos y de esas hojas que a lo lejos se distingue por su oscura tonalidad de un verde tan vivaz como un niño jugando con el viento soñando que puede volar por los aires "soñar no cuesta nada" le prometían y con entusiasmo se aferraba a esas palabras, que son tan capaces de llenarte de una inspiración que nace desde lo más profundo de las entrañas y no se ausenta ni en los peores momentos.

Así me hicieron sentir esas palabras con toque de dulzura que me había dicho aquel chico de la hermosa sonrisa, aquel chico... llamado Matías.

Esa misma tarde en mi conservatorio de música, por primera vez aquel martes no fue una mortificación como las anteriores, ese día me sentí... inspirada, recuerdo perfectamente cada detalle, desde el rostro pálido y anonadado del asombro de la maestra de música o como todos le decíamos "Sta. Judith", hasta el bello sonido de las cuerdas de mi violín.

Era una práctica más, pero aun así toqué con esmero porque a cambio solía ser poco tolerante a mis errores, negaba rotundamente mis propios logros pese a tanto esfuerzo por obligación de mi padre, tanto sacrificio nunca eran suficientes, carecía de valoración hacía mi misma todo gracias a él, pero había algo que seguía tratando de descubrir... la importancia de Matías en mi vida.

— ¡Qué hiciste con Liz, pequeña impostora! —la Sta. Judith intentaba explicarse a sí misma lo que había ocurrido.

— ¡Decidí que era momento de un cambio! —afirmé positiva al percatarme que ejecutar el violín no era tan malo después de todo (pero seguía desagradándome)

— ¡Entonces me gusta la nueva Liz Harrison, espero que continúes así para el fin de semana! —insinuó.

— ¡Aún no te emociones por la nueva Liz! Pero... ¿por qué precisamente este fin de semana? —inquirí entrometida.

—Sé que no te agradará la noticia, pero el sábado en la noche se realizará un festival en el parque y nos pidieron asistir por ser el mejor cuarteto de viento de la ciudad ¡puedes llevar a quien tú quieras!

— ¡Pero si nunca... había tocado en público; me quedaría helada si lo hiciera!

— ¡Siempre hay una primera vez para todo! Luego verás cómo le haces, necesito de tu presencia como sea al igual que la de tus compañeros, espero contar contigo Liz —me codeó en el brazo.

¿Siempre hay una primera vez para todo? Una primera caída al dar nuestros primeros pasos, nuestras primeras palabras, la primera desilusión, nuestro... primer amor.

Pero aun así, cuando te enteras a lo que tendrás que afrontarte integran esos nervios tempraneros que te hacen estar fuera de ti, esos escalofríos que se escurren por toda la piel paralizando todo a su paso, la inquietud, a veces inclusive hasta noches de desvelo pensando en lo que pasará o en lo que podría ocurrir, es ese... "miedo a equivocarte".

Eran tantas cosas en mi cabeza, para mi alivio mi madre lo había notado y no asistí al Instituto al otro día, necesitaba estar tranquila...

— ¿Necesitas algo más hija? —preguntó preocupada acariciando mi rostro y asentí.

—Dile por favor a Matías la razón por la que no asistí pero que me encuentro bien.

— ¡Ya se lo dije! él vino temprano y quiso que te dijese que vendría luego —dicho aquello, se retiró de mi habitación dejando un aura de incertidumbre.

Mi corazón se aceleraba con cada sonar del reloj, asomada a mi monumental ventana esperaba que Matías viniese pronto.

Me encontraba recostada en el sofá de la sala cuando había escuchado el impredecible sonido del timbre haciéndome saber sobre visitas; caminé hasta la puerta...

— ¿Puedo pasar? —se le notaba a Matías el miedo que tenía (como era habitual) a toparse con mi padre.

— ¡Claro que sí, es decir, ponte cómodo! —lo incité a adentrarse.

En eso Matías me miró fijo a los ojos por unos segundos, recogió mi despeinada cabellera y la colocó detrás de mis orejas, de igual manera lo miré correspondiéndole, seguido de eso sólo me hice la desentendida —lo sé, arruiné el momento—. y nos sentamos a conversar sobre diversos temas a lo que recordé que él trabajaba en las tardes, entonces lo interrogué extrañada.

— ¿No que tú deberías estar trabajando? O es que acaso ya te dieron los bonos de vacaciones ¡dime tu secreto! —bromeé un poco.

— ¡Estás en lo cierto mi pequeña; planeaba ir a Dubái a pasear en una Ferrari de oro con mi tigre de mascota! —me siguió la corriente.

—Ajá... ¿sí? —me burlaba de su inusual broma.

—La verdad es que... se me hacía inevitable resistir las ganas que tenía de verte y decidí venir —se excusó Matías.

— ¡No te hubieses molestado! —comenté, Matías sólo me observaba muy detenido—. ¡Aprovechando la ocasión! —creo que arruinar momentos me salía perfecto—, ¿por dónde puedo empezar? ammh... el fin de semana se realizará un festival en el parque.

— ¿Acaso me estas invitando a una cita? —bromeaba (tan típico de él)

— ¡No! el caso es que tocaré allí y pensaba que quizás...consideres ir, me gustaría muchísimo que vayas —introduje mi invitación.

—Me dices que vaya como "tu amuleto de la suerte" o porque un "increíble y apuesto chico como yo no puede faltar a un festival como ese" —replicó con una voz gruesa y sarcástica (sonaba muy chistoso)

— ¡Tú y tus bromas ya no son un nuevo descubrimiento para mí! —reí.

—¡Tranquila mi pequeña! No dudes de mi presencia, me colocaré en primera fila para observarte a ti—hiso un gesto para garantizar la veracidad de sus palabras—. ¡Y controlar que ningún otro chico te distraiga! —agregó ocultando su rubor poco perceptible pero que había notado.

Me encantó eso de "que ningún otro chico te distraiga" parecía como si estuviese cuidando de que no me fijara en alguien más que no sea él, me tenía sin problema porque nadie ocuparía el espacioso rincón que Matías tenía ganado en mi corazón.

Antes de que amanezcaWhere stories live. Discover now