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Esa noche estando en mi habitación, recuerdo que no concedía dormir, por más que cerraba los ojos me quedaba meditando sobre lo que había ocurrido esa mañana, sólo pensaba en él y es que de alguna manera estaba captando todo mi interés hacia Matía...

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Esa noche estando en mi habitación, recuerdo que no concedía dormir, por más que cerraba los ojos me quedaba meditando sobre lo que había ocurrido esa mañana, sólo pensaba en él y es que de alguna manera estaba captando todo mi interés hacia Matías *¿quién no lo haría?... si es muy apuesto*.

Convencida de que el sueño no fluiría en mí, me concentré en relajarme, fue maravilloso... escuchar el sonido de los árboles siendo azotados por el viento, ver el reflejo de la luna iluminada en mi balcón en medio de la oscuridad, el maullido interminable de Perla y otros gatos en el tejado, sin darme cuenta sonó la alarma, eran ya las seis a.m.

Se supone que aquel domingo habría un almuerzo para las personas del barrio, lo organizaba una vecina mía, estaba entusiasmada, recordé que como Matías y su madre eran nuevos en el barrio quizás asistirían y así fue...

El banquete estaba servido en una mesa bastante larga adornada con unos bellos centros de mesa lleno de tulipanes y orquídeas lo cual hacían que el lugar sea agradable, la mañana se sentía calurosa, los rayos del sol hacía figuras de las sombras de los arbustos que se encontraban impacientes por florecer; mis padres llevaron para compartir con los demás unos sándwiches de mermelada y jugo natural.

— ¡Liiiiiz! —era el grito de Matías que apenas había llegado y no dudo en hacérmelo saber.

—Buenos días Matías, buenos días para usted también señora —saludé cordialmente.

—Con que tú eres la niña de la que tanto me había hablado Matías ¿no es así? —me preguntó su madre quién por darme cuenta ya sabía sobre mi existencia.

—Encantada, es un placer conocerte... veo que su hijo le habló bastante de mí —miré a Matías lanzándole una mirada furtiva.

—Me ha llenado con sus palabras, tranquila niña, habla maravillas de ti —explicó sumida en una sonrisa parecida a la de su hijo—. Me alegra que haya encontrado compañía, ya sabes, es nuevo y necesita adaptarse a la ciudad.

—Con gusto haré que se sienta como en su casa.

—Es mejor que se sienta como en una nueva, la anterior le trae malos recuerdos por las situaciones que hemos atravesado como familia.

—Entiendo —mencioné recordando lo que Matías me había contado a cerca de su vida y no quería que su madre se molestara con él por habérmelo dicho y no me empeñé en brindar más especulaciones.

En ese momento mi padre que se situaba a unos metros de nosotros se percató de la situación.

Me sentí algo preocupada sabiendo cómo era él, tenía una mirada de esas veces que no le agradaba algo, yo no quería de ninguna manera que ofendiera o sea descortés con Matías o su madre, odiaba la idea de que tengan una mala impresión de cómo era mi familia realmente.

— ¿Qué es todo esto? —mi padre había lanzado un grito espeluznante que me hizo poner los pelos de punta y unas ganas de que la magia existiera y pudiera desaparecer o como mínimo hacerme invisible; venía caminando a pasos agigantados hacia donde nos encontrábamos nosotros—. Liz ya sabes que no está permitido juntarse con malas influenzas para ti y que no es bueno estar con estas personas que no tienen ni donde caerse muertos —agredió observando de pies a cabezas a esa familia y despreciando con su gesto.

Todos los vecinos que se encontraban en el lugar habían escuchado a mi temible padre, se les notaba en la cara que estaban molestos por su vulgaridad, me sentí avergonzada, mi madre insistió en retirarse para no hacer pasar malos ratos a aquellas personas.

El trayecto a casa se hacía extenso que por un momento creí habernos ido por otro camino, pero NO, era el mismo, con la diferencia de que cargaba culpabilidad haciendo tormentosa mi existencia.

Mi conciencia necesitaba estar tranquila, razón por la cual estaba decidida a pedir disculpas a penas me encontrase con Matías y enmendar un error que no me correspondía a sabiendas que el progenitor de dicho error no pediría ni la más mínima de las disculpas.

Antes de que amanezcaWhere stories live. Discover now