— ¿Por qué no has venido el jueves al entrenamiento? Me dijiste que ibas a ir.

—Lo que pasa es que... —comenzó, avergonzada Clea para con Liam. —No puedo ir, nadie que no sea del equipo de porristas o del equipo de football puede entrar a las gradas o el campo.

— ¿Qué? ¿Quién te ha mandado aquello? Eso no es cierto.

—Nos lo dijo Margot, el miércoles. —intervino, Jennifer, con asco en la voz. —Ya sabes como son, las porristas se creen lo mejor de la escuela solo porque son las populares. Pero yo, creo que son unas huecas necesitadas.

— ¡Jennifer! —la regañó Clea, muerta de verguenza.

—No todas somos así. —intervino Charlotte, sabiendo que esa indirecta, iba solo para ella.

—Todas son iguales. —soltó por lo bajo la chica, mientras que la mirada asesina de Charlotte se posó como cuervo observando a su pequeña presa.

—Puedes venir cuando quieras, Clea. —dijo la chica, dando a entender que la invitación iba solo para la chica. —Y si Margot te dice algo, dile que yo te deje pasar y que se la tome conmigo.

—Gracias, Charlie. —musitó la castaña, con una sonrisa. — ¿Margot te detesta, verdad? —indagó, soltando una risita contagiosa.

—Es porque está enojada de que soy la capitana. Pero no te preocupes, me odia a mi, no a ti. Va... Odia a todo lo que no sea del sexo masculino.

—Creo que tienen más en común de lo que crees. —musitó Jennifer con malicia.

—Por favor chicas, tengamos la cena en paz. —intervino Liam, con dulzura, aunque el último comentario de Jennifer lo molestó ya que quería realmente a la parisina.

—O calmas a tu perra, o la domestico de un golpe. —dijo Charlotte, mirando a Harry, ignorando el comentario de su amigo.

— ¿A quién llamas perra?

— ¿Acaso además de estúpida eres sorda?

—Mira gato de mala monta, aunque sea no ando con cuatro chicos a la vez. A no, me olvidaba del nuevo, cinco. —dijo la chica, y antes de que Charlotte pueda decir algo, Harry se paró de la silla, y tomó del brazo a Chalrlotte, y la levantó, algo brusco consigo.

—Vámonos. —soltó de repente, mientras empujaba, literalmente, a la muchacha, para pasar entre las sillas, y dar así fin con la salida.

— ¿Qué? ¡No te puedes llevar a mi cita! —dijo Brandom, molesto con el Quarterback. — ¡Aléjate, Styles! —volvió a decir con enojo.

—Yo soy tu cita, Harry. —anunció enojada, Jennifer.

—En primera, no eres mi cita. Solo vinimos juntos, no digas esa palabra me revuelve el estómago. Y tú, Mongomery, te falta mucho para poder aunque sea discutirme algo. —soltó el muchacho, con asco hacia el chico, asco que se acumuló en el campo de juego, y que ahora se depotricaba en aquella cena. —Clea, Liam... Lo siento, nosotros nos vamos antes. —comentó el castaño, mientras llamaba al mozo con la mano, y al ver la insistencia del caballero, el empleado se acercó y el estudiante de abogacía, le entregó su tarjeta de crédito, firmó un papel, y se fué, arrastrando a la francesa con el, todo este tiempo.

— ¿Te has vuelto completamente loco?

—Oh, por favor. No me vas a decir que la estabas pasando fabuloso con el idiota de Brandom y la insoportable de Jennifer.

—No, no te lo voy a decir. Pero yo no vine por ellos, vine por Liam. Él me pidió por favor que venga, y le fallé.

—Se la va a agarrar conmigo, no hay problema con eso. —dijo el chico, sacando un paquete de cigarrillos del bolsillo de adentro de su saco y prendiéndolo, mientras depositaba el cigarro en su boca, y aspiraba aquel nectar enviciado, y luego, dejaba salir el aire por su boca con lentitud.

— ¿Por qué me has defendido?

—Porque quería irme corriendo. Jennifer no paraba de tocarme por abajo de la mesa, y me estaba irritando.

— ¿Te estaba tocando? —indagó Charlotte, entre sorprendida y un poco enojada.

—Si, y el tenerte a mi lado derecho, y verte con un vestido corto y ajustado, y que alguien me esté tocando, no es una buena convinación.

— ¡Uh! ¡Eres asqueroso, Harry!

—Al menos no te dije que imaginaba que eras tú la que me tocaba.

—Cierra la maldita boca, cochino.

—Dímelo. Te carcomen los celos de que otra mujer me estaba tocando por debajo de la mesa, mientras tu estabas allí y todo.

—No, solo me da asco la imagen mental.

— ¿Imagen mental? Así que me andas imaginando exitado... ¿Quién es la cochina, ahora?

— ¡No! ¡Eso no fue lo que quise decir!

—Oh, si, claro que si, pequeña francesa pervertida.

— ¡Basta! —gritó ella, golpeándolo en el hombro, mientras que caminaba al lado opuesto que él, y el muchacho, giraba los ojos, y se acercaba a ella, tomándola de la cintura, y besando su oreja.

—Eres demasiado enojona.

—Suéltame. —le dijo ella, quitando la mano del chico de su cintura, pero el castaño, volvió a caminar hacia ella tomándola nuevamente de la cintura, y la hizo girar sobre sus talones para volver a caminar hacia su dirección anterior.

—Ven, por acá es mejor. —comentó el, mientras que pasaban por la calle Millbanck, donde se encontraron luego con la rotonda, y allí, hasta la calle Lamberth Bridge, donde un puente cruzando el río Témesi, se encontraba, alumbrado por los faroles del lugar, y una hermosa noche estrellada. El chico, con la mano de él en la cintura de la chica, y ella, apoyando su cabeza en el hombro de él, comenzaron a caminar por el hermoso lugar, que les otorgaba sin duda, uno de los paisajes más hermosos de la ciudad de Londres.

Se detuvieron a la mitad del camino, donde Charlotte observó fasinada parte del Big Ben, el Parlamento, y más allá el London Eye. El clima era un poco frío, pero no había viento y la noche era clara y despejada, el río era alumbrado por las luces del cielo, dándole un toque mágico al bello lugar.

—Amo Londres... Va a ser muy triste irme de aquí.

— ¿Irte? —indagó, preocupado el muchacho, separándose de ella, pero no tanto como para dejar de tocarla.

—Si, Oxford y Cambridge son una opción, además de la Universidad de Londres. Pero... Extraño París también, mi padre, mi hermano, mis amigas...

—Pero no te puedes ir, sabes que aquí la educación es mucho mejor, con lo que respecta a la abogacía.

—Puede que ni siquiera conciga una beca, o media beca. Y sabes, no puedo pagar una universidad como Cambridge.

—Ay por favor, Charlotte. No hay cosa que tu no hagas, eres diez en todo... Si no te dan una beca a ti, no sé a quién si. —comentó el chico, haciendo reír a la muchacha.

— ¿Tan mal te pone el que me vaya a París? Lo sé, vas a extrañarme mucho.

—Claro que si... No hay chicas tan interesantes aquí en Gran Bretaña. —soltó el chico, haciendo que la muchacha se sonrojase un poco. —Además, necesito mi noche salvaje contigo.

—Eres dulce por un momento, y luego, lo arruinas.

—Sabes que no soy un dulcesito igual que Liam.

—No, lo sé. Ojala fueras un poco como él.

—Acéptalo, pequeña Satine(*). Estás muerta por mi.

—Y tu, pequeño Christian(**), estás muerto por mi.

 

(*)(**) Satine & Christian son los protagonistas de la película Mouline Rouge, los cuales protagoizan un filme de amor (El Mouline Rouge, como dato, les digo que es un prostíbulo ubicado en París)

TROUBLEMAKER - Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora