Capítulo IV. Y ahora que...

En başından başla
                                    

Nos dirigimos a la otra esquina de la habitación donde nos habían puesto nuestras camas, una al lado de la otra, y nos tumbamos en el extremo de cada una de ella, con el cuerpo de lado para así hablar un rato antes de dormir.

—¿Qué vamos a hacer Carlos? ¿Quedarnos aquí hasta que digan novedades en la radio?—antes de venir me agradaba la idea de quedarnos en el centro comercial pero no es como siempre se piensa. Ahora me sentía atrapada porque por mucho que tengas todo lo que quieras a tu alcance, en estas circunstancias... ¿Para que querría ropa nueva? ¿Y joyas? Para nada, solo nos era útil las armas y la comida. Está claro que hubiera preferido que la situación fuera otra.

—Supongo que sí. Aquí estaremos más seguros que en cualquier otro lado ¿No crees?

—Sí pero... No sé. No es lo que me esperaba.

—Te entiendo—dijo mientras alargaba el brazo y con su mano me acariciaba el pómulo.

¿Me ardía la cara o era el simple contacto de su mano en mi rostro? Vale, Laura no te sonrojes, no te sonrojes.

—Me encanta cuando te ruborizas—dijo mientras sonreía.

Vale, me había sonrojado, y aunque ya tuviera la suficiente confianza con Carlos en esas circunstancias todo era nuevo para mi y era bastante bochornoso.

—Es que hace mucha calor aquí ¿No crees? —¿colaría esta vez?

—Si, algo—me contestó Carlos girándose levemente.

Vale, lo había dicho para quedar bien porque era evidente el motivo de mi sonrojo y en realidad hacía algo de fresquito.

Se quedó mirando al techo sin quitar la sonrisa del rostro.

—Que descanses Carlos—le dije girando mi cuerpo hacia el otro lado.

—Que descanses Laura.

Y no pude evitar que en mi rostro apareciera una auténtica sonrisa de boba. Y con esa sonrisa me quedé dormida.


Me desperté por el movimiento que la mano de Carlos hizo en mis hombros.

—Laura shhh despierta, no hagas ruido, shh.

Me incorporé algo aturdida. 

Todos los demás estaban de pie, mirando en la misma dirección por lo que yo hice lo mismo, viendo que detrás de todos los cristales de la tienda de muebles donde nos encontrábamos habían varios zombis.

—¿Cómo ha ocurrido?—pregunté en apenas un susurro mientras salía de la cama y me quedaba de pie.

—A mi me ha despertado Carmen hace poco y ya estaban cerca—me contestaba Carlos mientras ponía su mano detrás de mi espalda  y me empujaba con delicadeza.

Nos reunimos con los demás en medio de la tienda. 

Carlos y Francisco estaban armados. 

Carlos con la pistola cargada y Francisco con una...¿Escopeta?

—¿De dónde habeis sacado la escopeta?—pregunté más alto de lo que hubiera querido.

—shh—me siseó Carlos con un dedo en su boca— de la tienda de armas.

—No sabía que habían escopetas también.

—Las mujeres solo os fijáis en ropa y más ropa—comentó Francisco con malhumor.

Vale, entre que no hablaba y cuando hablaba decía comentarios como ese, era mejor que se mantuviese callado. 

Le dirigí una mirada fulminante por el comentario pero este apenas se había girado para hablarme por lo que ni se dio cuenta.  

Volví a mirar a los zombis. 

Parecía como si no nos vieran e iban de un lado para otro. 

Seguro buscaban algo a lo que hincarle el diente y como no reaccionáramos rápido se saldrían con la suya.

—Deberías haberte cogido una pistola más grande—le dije a Carlos al comprobar que seguía teniendo la misma pistola que había conseguido del policía y no entendía que tras ir a la tienda de armas, siguiera con esa pistola tan minúscula.

—Es por el retroceso. No suelo disparar mucho como comprenderás y si lo hago con una de mayor tamaño el retroceso será mayor y hay más probabilidades de que falle en dar al objetivo. Con ésta pistola no lo notaré tanto.

—Vale, vale—Retroceso...si. Me sonaba. Era la fuerza que tenía la pistola al disparar o el movimiento que hacía, algo así.

—Vamos. Ahora se han juntado. Sígueme por ésta puerta Carlos—le dijo Francisco.

Salieron rápido y empezaron a disparar a todos los zombis que encontraban en su camino.

Oh dios mio. 

Había uno detrás de Carlos acercándose a él y éste parecía no haberse dado cuenta.

Cogí un cuchillo largo que había en una de las mesas y salí corriendo a través de la misma puerta. 

Sin pensarlo dos veces le clavé el cuchillo al zombi en la cabeza, cayendo éste directo al suelo. 

Carlos me miró de reojo pero siguió disparando a los pocos que quedaban.

Por fin. Todos estaban tirados en el suelo y Carlos no tardó en acercarse a mí.

—Gracias pequeña—me dijo mientras acortaba la distancia.

Yo estaba temblando al sentir como su cara se acercaba peligrosamente a la mía. 

¿Me iba a besar? 

Este desvió su cara en el último momento. Lo justo para darme el beso en la mejilla.

Y de igual manera yo me quedé paralizada sin poder decir nada. Mi corazón iba a mil.

Sonreí en respuesta, o al menos, lo intenté.


—¿Ahora que haremos Francisco?—escuché como preguntaba Carmen a su marido.

—Este sitio ya no es seguro, pero es tarde. Pasaremos la noche haciendo guardia y mañana saldremos con todo lo necesario—le contestó él.

—¿Pero hacía dónde?—volvió a preguntar Carmen pero ésta vez mirándonos a todos.

Salí del estado de shock en el que me había hallado.

¿Irnos?

¿Hacia dónde?

Aventura zombie *Parte 1 y 2 unidas* (Sin editar)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin