5º Curso. Capítulo 9

264 24 15
                                    


A desgana, Elyon rompió el abrazo con su abuelo, pero era el momento de responder sus preguntas, y no quería seguir demorándolo más.

—¿Por qué...? —tenía tantas que no sabía ni por dónde empezar— ¿Por qué bloqueaste mi memoria? ¿Por qué hacerme olvidar mi pasado?

—Para protegerte... viste tantas cosas, y eras tan pequeña... y no había otra manera de que pudieras empezar de nuevo —su abuelo le acarició el rostro.

—¿Empezar de nuevo? ¡¿Por qué querría empezar de nuevo?! Alejada del resto de mi familia, de mi identidad ¡Mis padres apenas me dejaban salir de casa! —le reprochó dolida queriendo volver a llorar.

—Vale, mira, empezaré a explicártelo todo desde el principio —le cogió las manos—. No sé otra manera de responder a todas tus preguntas sin olvidar nada y de manera que lo entiendas.

Ella asintió.

—Severus —le llamó el anciano en un susurro, con un ademán, que estaba junto a la puerta entreabierta de la habitación—. Te conviene escuchar esto.

—No voy a espiarlos —le dijo con enfado.

—Hay muchas cosas de Elyon que aún no te he contado. Y ahora ella lo va a saber todo, tú también debes conocer todos los detalles —insistió el director.

Con un suspiro de hastío Snape cedió, sabía que Dumbledore tenía razón, apenas le había explicado por qué el Señor Tenebroso tenía tanto interés en la semielfa y quién era realmente. Con desgana se acercó a la puerta, apoyando su espalda en la pared, listo para escuchar.

—Supongo que Albus te habrá explicado que nosotros, los elfos, somos una de las razas más antiguas —comenzó Azrael, ella asintió— ¿Te ha explicado cómo es nuestra relación con la magia?

—No —musitó su nieta.

—Verás, por todo el planeta corre una gran corriente de energía que lo alimenta todo. Algunos lo llaman maná, otros simplemente magia... Pero esa energía no es sencilla de percibir y mucho menos de manipular para la mayoría de los seres vivos, sobre todo en su estado más puro. Pero aun así, hay unas pocas especies mágicas que son capaces de extraer grandes cantidades de esa corriente y catalizarla para que pueda ser usada por todos: los unicornios, los dragones, los pegasos, los basiliscos y algunas otras criaturas tienen esa capacidad. Pero sea como sea, los elfos somos quienes tenemos más desarrollada esa habilidad. De alguna manera, extraemos energía de la corriente, la catalizamos y la repartimos, para que todo se beneficie de ella: plantas, animales, humanos...

—¿Y cómo se supone que lo hacemos? —preguntó Elyon asombrada.

—No lo sabemos, es algo innato, un don que manifestamos nada más nacer —su abuelo se encogió de hombros.

—Ellos son parte de la magia y la magia es parte de ellos —musitó ella recordando las palabras de Johnny.

—Exactamente —sonrió Azrael—. Pero de entre todas las criaturas que poseen ese don, hay individuos que pueden catalizar mucha más magia. En Imtar tenemos algunos de ellos, viviendo en nuestro bosque. Sin esos individuos la corriente pasa de ser un río rebosante a apenas un arroyo. Y entre los elfos también los hay.

—Las Grandes Familias —sonrió Elyon, recordaba haber leído sobre ellas en los libros de historia, eran los representantes de los diferentes pueblos, los encargados de mantener el orden.

—Veo que has estudiado —medio rio el elfo—. Sin esas Familias y sin esas otras criaturas únicas, los bosques se marchitan, los magos pierden su don, todo muere. Se cuenta que hace muchos siglos, el Sáhara era una selva frondosa, pero que tras morir las Grandes Familias que vivían allí, el resto de criaturas perecieron o se marcharon y todo quedó yermo.

Elyon (Tetralogía)Where stories live. Discover now