4º Curso. Capítulo 10

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Elyon entró en el Gran Comedor detrás de Lisa, se sentía incómoda en aquellos momentos, se había dado cuenta de que algunos alumnos la miraban con atención, pero no con la misma de hacía un mes.

—¡Guau! Menudo cambio chica —le dijo Judit al verla.

—No hay nada como pelearse con un profesor para sacar el lado rebelde con un buen cambio de look —rio Allyson.

—¿Ves? Te dije que era un cambio muy radical.

—Aun no me creo que me hayas convencido para bajar aquí con los ojos pintados —le murmuró a Lisa sentándose a la mesa.

—No seas boba, te queda de muerte —rio Amber.

Elyon se limitó a sonreír cohibida mientras cortaba un trozo de carne y se lo echaba en el plato junto con las patatas. Comenzó a comer deseando que aquella sensación que tenía de ser observada desapareciera pronto, pero de lo que la muchacha no se había dado cuenta era que no estaba siendo observada solo por algunos alumnos. Snape también la miraba con menos discreción de la que hubiera querido, apenas había tocado su plato y se dedicaba a juguetear con un guisante al que ni siquiera estaba mirando. Desde que se había sentado a la mesa no había podido dejar de echar miradas a la mesa de Gryffindor. Aquellos ojos verdes no le dejaban concentrarse en nada y comenzaba a ponerse verdaderamente nervioso, y eso no era bueno, nada bueno, porque acabaría pagándolo con la semielfa sin que hubiera hecho nada.

—¿Severus te encuentras bien? —le preguntó Zelda inclinándose un poco hacia él.

—Sí, ¿qué te hace pensar lo contrario? —contestó él un poco hosco y sin mirarla.

—El hecho de que apenas has dado bocado y que no le quitas la vista de encima a esa mocosa rubia —contestó ella alzando una ceja.

Esas últimas palabras hicieron reaccionar al chico, que apartó inmediatamente la mirada de la mesa de Gryfindor y la dirigió hacia la mujer que tenía a su lado.

—Parece que no me equivoco —rio Zelda—, si tanto te incordia, búscale un castigo que le baje los humos, si quieres puedo ayudarte.

La profesora se mordió el labio y le sonrió.

—Prefiero buscarlo solo, así cuando la vea cumplirlo me sentiré más complacido —contestó él levantándose de la mesa.

—Como quieras, pero no subestimes mi imaginación, Severus —le susurró ella.

✦ ..... ✦ ..... ✦

A la mañana siguiente Elyon se encontró en uno de los patios del castillo recubierto de césped y con una escoba en la mano.

—¿Has entendido todos los pasos? —le preguntó la profesora Hooch.

—Sí, dar una fuerte patada al suelo para despegar e inclinar ligeramente la escoba para volver al suelo —contestó ella resumiendo toda la charla que le había dado la profesora.

—Bien, cuando toque el silbato despega —la mujer se llevó el silbato a los labios y lo hizo sonar con fuerza.

Dio una fuerte patada al suelo y se elevó con la escoba temblorosa. Fue consiguiendo estabilidad a media que ganaba altura, pero cuando se decidió a avanzar algo se cruzó en su camino a una velocidad vertiginosa y tuvo que girar bruscamente su escoba para no ser arrollada.

—¡Johnny más cuidado, muchacho! —gritó la profesora Hooch.

Elyon se extrañó y miro hacia abajo, pero apartó la vista con un nudo en el estómago, no le gustaban mucho las alturas, y eso que solo estaba a tres metros del suelo. Cuando volvió a recuperar la serenidad y abrió los ojos, vio acercarse en escoba a un chico de su edad con expresión arrepentida. Ya había visto a ese alumno, era de Hufflepuff.

Elyon (Tetralogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora