4º Curso. Capítulo 14

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Snape era mucho más rápido que ella, quien se había quedado rezagada en un santiamén. Miró el paisaje. El hombre corría por la orilla del lago a unos diez metros por delante de ella, quería alcanzarlo, no pensaba dejarlo escapar tan fácilmente. Sin dejar de correr, se aventuró a pisar el hielo, que resistió su peso sin quejarse, así que siguió corriendo por él resbalando de vez en cuando, pero atajando camino. Snape se giró para ver cuánta ventaja le llevaba.

—¡¿Estás loca?! —le gritó al verla correr por el hielo— ¡Sal de ahí antes de que se rompa!

—¡Tranquilo, es muy resistente! —contestó ella.

—¡Me da igual! ¡Es peligroso! —insistió el profesor.

Elyon no le hizo caso, y siguió su camino aprovechando que el hombre se había parado al verla. Resbaló una vez más y cayó de bruces, pero no se preocupó hasta que vio bajo ella una grieta. Con cuidado se puso en pie. El hielo comenzó a crujir amenazador.

—¡No te muevas! —le gritó Snape aventurándose sobre el lago helado.

—¡Decirlo es fácil! —se quejó ella intentando mantenerse inmóvil en la quebradiza superficie.

Viendo que el hielo no la iba a sostener mucho más, se arriesgó a salir de allí, pero en cuanto comenzó a moverse, el hielo terminó de romperse y se hundió en una prisión helada. El agua la aprisionaba, aquel frío se le clavaba por todas partes, sin dejarla respirar, sin dejarla moverse, apenas sentía sus extremidades.

—¡Elyon! —gritó Snape llegando junto a ella.

El profesor se echó sobre el hielo y alargó los brazos para alcanzarla.

—¡Dame la mano! —le dijo mientras intentaba llegar hasta ella.

Elyon lo intentó, pero estaba perdiendo el sentido de la orientación, y no sabía a dónde llevar la mano. Entonces las piernas la traicionaron, tragó agua, y se hundió. Con un último intento, Snape alcanzó su mano y estiró de ella con fuerza, por un momento creyó que él también caería al agua cuando el hielo crujió bajo él. Con esfuerzo sacó a la muchacha del agua, que tosió con fuerza al conseguir llenar sus pulmones con aire.

—T-Tengo frío —musitó con voz débil.

El profesor respiró aliviado al ver que, en cierto modo, se encontraba bien, aunque tiritaba con violencia. Con un movimiento de varita la secó, pero eso no ayudó a aplacar el frío que le había calado hasta los huesos.

—Podrías haber usado la magia antes —se quejó ella con voz temblorosa.

—Si no te dejo cometer errores nunca aprenderás. Así que habértelo pensado mejor antes de meterte en el hielo —le reprochó él—. Creo que has cogido hipotermia —se quitó la capa, y la envolvió en ella—. Vamos a la enfermería.

Elyon se levantó con dificultad, sentía su cuerpo entumecido y las piernas le temblaban. Dio dos pasos y cayó de rodillas. Apenas tenía sensibilidad en los pies. Snape la ayudó de nuevo a levantarse, comprobando que se sostenía a duras penas. Poniendo los ojos en blanco, la cogió en brazos, ella ni siquiera se quejó, simplemente se acurrucó en los brazos del hombre buscando algo de calor con el que poder combatir el frío. Snape caminó con cuidado por el hielo, intentando no resbalar, ni pisar una zona fina que pudiera quebrase bajo su peso.

—Voy a volver a decirle a Albus que avise en la cena del estado del hielo del lago —comentó Madame Pomfrey malhumorada— ¡Ya debería haber dado el aviso tras el primer incidente! ¡Ella es la quinta que se cae al lago por jugar en el hielo!

—No me extraña, no suelen pensar en lo que hacen —dijo Snape encogiéndose de hombros—. Bébase eso.

—Huele que apesta —gruñó Elyon con asco mirando la taza llena de poción humeante que tenía en las manos.

Elyon (Tetralogía)Where stories live. Discover now