- Años antes.-
-Hades,- Dijo Ate.- Estoy dispuesta a lo que sea.
-¿A qué te refieres?- Dijo él, mirándola confundido.- Hay demasiado poder que se necesita, sin contar convencer a Él de devolverla al Inframundo para poder--
-Hablaré con Él.- Dijo Ate, mirándolo a los ojos.- Sé que sabes dónde está. Tú sabes donde están todas las post vidas, dónde está Veronica ahora. Por favor, Hades, estoy dispuesta a lo que sea.
Hades se quedó en silencio unos segundos. Quizá era frío, pero tenía un funeral que planear para Nico y... Y Ate sólo estaba quitando tiempo. No había ido a ver a Nico en un par de días y, honestamente, no quería que se hiciera daño, aún tenía esperanza de salvar a Nico como no pudieron salvar a Veronica.
-Iremos con él.- Dijo Hades.- Pero después de eso, no volverás a hablarme, Ate.
Entonces, en un abrir y cerrar de ojos, estaban en ese reino de nubes donde Él vivía. Todo era luz, blanco y paz allí, cosa que no le parecía a Hades de lo mejor. No todo podía ser perdonado, a su parecer.
En fin.
-Él,- Señaló al hombre de sandalias sentado en una banca, a unos metros de ellos.- Es el dios de los cristianos.
Ate, en silencio, caminó hasta la figura blanquecina. Se sintió nerviosa, mientras se sentaba junto a Él.
-Sé a que vienes aquí.- Dijo, antes de que Ate pudiera decir una palabra.- Quieres que te dé a tu hija.
-Ella no pertenece aquí.- Respondió Ate, algo nerviosa de que alguien supiera qué quería ella. Generalmente, los mortales sufrían así con ella.- Es mía, y yo soy diosa griega.
-Yo también tuve un hijo de otra religión.- Repuso él.- Sin embargo... Es distinto. Tu hija está aquí porque ha sido bautizada como cristiana, y jamás la reclamaste. Fue perdonada del pecado original.
-Ella no debería estar aquí.- Dijo, con los ojos ardiendo un poco.- Veronica ni siquiera estaría muerta si yo no hubiese hecho lo posible para mantenerla viva.
-He oído de tu plan.- Dijo Él, con voz amable.- Creo saber cuál es tu problema.
-Mi problema es que tienes a mi hija.- Respondió ella, de mala manera.
-Tu problema fue cubrir cada punto a la perfección... Excepto tu punto débil, que a la vez es tu punto ciego.
- La perdí.- Miró sus manos, aún parecían sentir la piel cálida de su bebé cuando apenas había nacido.- Era preciosa, era mi niña y siempre la cuide... Finalmente sólo me odio por lo que hice, y no estaba equivocada con ello.
-Tu hija no te odiaba, Ate.- Repuso él.- Simplemente no tenía los mismos intereses que tú. Cada una buscó proteger a su propio hijo, sin importar a quien lastimase en el proceso.
- Daría lo que fuera por tenerla de vuelta.- Lo miró a los ojos.- Lo que tú quieras, estoy dispuesta a darlo para tenerla de vuelta conmigo.
-¿Y esto también le interesa a ella?- Le preguntó.- ¿Sabes si Veronica quiere esto? Veronica ni siquiera recuerda todo lo que pasó, porque le duele mucho.
-Si ella quiere volver a estar viva y tú me la devuelves...- Dejó las palabras en el aire un par de segundos, y luego siguió hablando.- Estoy dispuesta a sacrificar lo que sea por ella.
-Para traerla a la vida es necesario mucho poder, Ate.- Dijo él.- Perder tanto poder te matará.
No dijo nada por un par de segundos.