Capítulo Veinte.

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Las baldosas color negro que cubrían la morgue de pared a pared relucían, tan limpias que servían de espejo.

Hades caminó de un lado a otro, rodeando el cuerpo más de una vez. 

La herida se distinguía a la perfección. 

Un cuchillo curvo reposaba en la mesa de junto. Si le preguntan a Hades, había algo de siniestro en dejar el arma homicida junto al cuerpo frió de Lucas, hijo de Zeus. 

La piel se veía azul y, según sabía Hades, habían dado con el cuerpo cuando ya estaba frío. Los hijos de Apolo habían dicho que realmente no pudieron estimar cuando tardó en morir, pero si sabían que había sido una muerte lenta, pero no específicamente dolorosa, ya que la herida en su cabeza indicaba que, posiblemente, lo habían golpeado hasta quedar inconsciente antes de apuñalarlo por la espalda.

-Hades,-La voz de Tánatos sonó a sus espaldas.- Lo encontramos.

-Ya voy.- Respondió el dios. Su amigo se marchó rápidamente. 

Hades entonces reparó en los cabellos negros que habían extraído de la escena del homicidio, y del propio cuerpo. Según Apolo, era cabello de Nico, de eso no había duda... Pero Lucas ni siquiera tenía rasgos de haber peleado, mucho menos de haber empleado la fuerza suficiente para arrancar un mechón de cabello desde la cabeza de Nico. Además, no imaginaba como Lucas, que se movilizaba en silla de ruedas, había podido alcanzar el cabello de Nico, que era bastante alto.

Se transportó al Inframundo, a una de las habitaciones que había en su propio palacio. Allí, una mesa y dos sillas reposaban en el centro, una siendo ocupada por el alma del hijo de Zeus.

-Lucas.- Llamó su atención, moviéndose desde las sombras hasta la silla desocupada, que pronto pasó a ocupar.

-Señor.-El joven se puso de pie, rápidamente, y estrechó la mano que Hades le ofrecía. Luego, ambos se sentaron, quedando frente a frente.

-Te preguntaras para que te llame aquí.- Dijo Hades, con las manos cernidas tranquilamente sobre la mesa, mientras Lucas golpeaba con la yema de los dedos la superficie de madera, dando muestras de su nerviosidad. 

-Así es.

-Quiero saber que es lo último que recuerdas, Lucas.

El espectro se mantuvo en silencio. Hades bien sabía que era muy duro para las almas de asesinados recordar sus últimos momentos de vida, ya que eran los peores momentos que habían vivido, además de los últimos.

Las almas cuyos últimos momentos habían sido más amenos, o junto a sus seres queridos, podían recordarlo fácilmente, la mayor parte del tiempo.

-Recuerdo sentir un golpe en la cabeza,-Lucas no levantó la mirada, pero Hades se halló sorprendido ante el hecho de que su voz no temblaba, y sus manos ahora estaban simplemente estiradas e inmóviles.-  El segundo me empujó fuera de la silla de ruedas, y el tercero me dejó inconsciente. 

-Ya veo,-Tampoco quiso buscar su mirada.- Gracias por...

-Eso no es lo último que recuerdo.- Lo interrumpió, con voz más subida de tono.- Desperté por el dolor en el pecho,-Pasó su dedo índice y medio por el mismo lugar donde su herida mortal estaba en el cadáver.- Estaba aquí. La daga cruzó mi pecho, ya la vi salir desde mi piel. Luego... Luego algo muy suave cayó sobre mi. Era algo extraño, era suave y ligero, y muchos, yo no sé qué...

-¿Era como cabello?- El semidiós se mantuvo en silencio.- ¿Alguien dejó que cabello cayera sobre ti, Lucas?- Insistió Hades.

-Supongo que pudo haber sido eso.- Reconoció el muchacho.- No estoy seguro, pero pudo serlo.

Blind Spot, Weak Spot. (Di Angelo)Where stories live. Discover now