Los violentos quejidos del joven siguieron imparables, de modo que la chica de ojos azul zafiro le tomó de las manos temblorosas y calientes sobre la mesa. Murmuró algunas palabras para tranquilizarlo, apartando de sí misma el miedo que sentía hacia él.

Finalmente el chico pareció controlarse y levantó la cabeza mirando directo a los ojos de la chica rubia.

— Pero ¿Cómo sellan esa Deuda, Alex? ¿No hay un modo de evitarlo?

Los dedos del muchacho se cerraron opresivamente alrededor de las muñecas de ella.

— He estado buscando un modo de evitarlo pero parece que nada puede impedirlo. Hay dos maneras de sellarla, la primera es mediante una unión física entre la hembra y el macho licántropos pues el emblema de aceptar el deseo y la atracción; ella me ha tentado incontables ocasiones pero me he resistido ante ello, pero aun así, Katherine confía en que conseguirá sellarla pronto.

>> Verás, si uno de los dos licántropos involucrados se niega a entregarse al otro tarde o temprano la naturaleza actúa en su contra forzándolos a sellarla en contra de su voluntad, pero en mi caso existe otro camino; en un año cumpliré la mayoría de edad lupina y con ello la naturaleza sellará la Deuda di Vida por sí sola, Katherine sabe que no tengo alternativa y que en un año, aun con mi oposición me volveré su esclavo y le cederé el poder legítimo que más anhela.

— Tal vez no— le dijo la joven con voz suave, y una idea en mente—. Puedes huir antes de que eso suceda, tal vez la distancia evite semejante aberración, tú y yo podemos esca...

Alexander mostró una repentina sonrisa inquietante y luego volteó hacia Ángela.

— Al parecer— dijo— no has comprendido del todo. La Deuda di Vida es un vínculo inquebrantable, aunque no esté aun sellado él ya actúa en nuestra contra. Sí intento escapar moriré instantáneamente sin darme oportunidad de nada, y el sacrificio de mis padres será en vano.

Ángela sacudió la cabeza afligida, con sus hermosos ojos azules empañados por las lágrimas.

— ¡No! ¡No! — Gimió angustiado—, no llores por mí. Yo solo he sido un error en tu camino, y si te cuento esto es porque te doy la libertad de alejarte de mí o quedarte.

— No— dijo ella, apenas consciente de haber hablado—. No me alejaré de ti. Tú nunca me harías daño.

Y atrajo la boca de él hacia ella.

Durante un momento el muchacho se sintió embriagado de satisfacción. Su corazón pareció tranquilizarse y la rodeó con sus brazos convulsivamente.

— No puedo negar que me alegra escuchar eso, porque... yo ya lo había intentado y entonces... entonces no te habría conocido—. Dijo Alex en voz baja, mirando con ternura a la joven de cabellos rubios.

— ¿Intentaste qué? ¿Huir? — Interrogó ella con los ojos como platos; el tarro de cerveza casi resbaló de la mesa pero el chico fu más rápido y lo detuvo en el aire.

— Sí, lo hice. Y casi me mató.

— Pero, ¿Cuándo?

— Hace un siglo, exactamente una semana después de la muerte de mi familia, el último día del año 1912.

— Cuéntamelo— fue todo lo que dijo.

— Katherine me había traído de regreso al núcleo de Moonsville por la fuerza y para mí sorpresa resultó que ella se había autoproclamado líder temporal de la manada alemana, poniendo como justificación las recientes muertes de mi tío Bartemius y de mi padre.

EL PORTADOR 1:  El medallón perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora