19. Deuda di Vida

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Hola mis querid@s lector@s que me esperan con tanta paciencia y yo que siempre les quedo mal, ya no se ni como disculparme jeje, pero es que ya saben que la vida no es muy sencilla y salen una que otra cosa que te distraen de estar metido aquí jeje, así que espero me entiendan, por milesima ocasión :3.

Este capítulo igual que el anterior es un poco lento y medio tedioso, pero es información que necesito quede clara antes de entrar de lleno a la acción acción jaja. Espero les guste y como siempre esperaré ansioso sus opiniones, impresiones o sugerencias.

Saludos y les deseo un buen comienzo de semana.

Atte. Alex Hernández (El portador) :D

Ángela permaneció paralizada y sin emitir palabra durante un rato bastante incomodo, contemplando el rostro enfurecido y la mirada angustiada del muchacho frente a ella.

Él tragó saliva con dificultad.

— ¿Has escuchado suficiente ya? ¿O deseas saber más? Como te dije antes, respetaré lo que decidas— habló secamente el muchacho y de un solo trago lleno de amargura, consumió todo el espumoso líquido que restaba en el tarro.

— No— dijo ella con energía, recuperando la voz—. No creo eso, Alex, hay muchas cosas que necesito comprender.

El relato del chico parecía haberla llenado de horror, pero la piedad seguía presente en su expresión.

— ¿Qué es eso de la Deuda di Vida? ¿Cómo funciona en realidad? — Preguntó la rubia con voz pastosa, esperando pacientemente por una respuesta.

Alexander permaneció callado un momento, y luego habló, casi como un sueño.

— Es como una fuerza superior del universo, aluna clase de estupidez cuyo propósito nadie ha comprendido jamás—. Replicó, mirando a la oscuridad— Algunos la llaman la prueba del destino, yo, la llamo la maldición del predador. Como si ser lo que soy no fuera ya suficiente maldición.

>> La Deuda di Vida es precisamente eso, Ángela, una deuda que se tiene por la vida pero en nuestro caso, esa deuda se convierte en un lazo inquebrantable, una unión imposible de romper. Cuando un licántropo salva de una muerte inminente a alguien de la misma raza se crea entonces dicha deuda; si los licántropos son del mismo sexo solo se afianza entre ellos una especie de servicio y lealtad por parte del salvado pero, si son del sexo opuesto, las cosas se intensifican.

>> Cuando Katherine Ivanov ahuyentó a los cazadores aquella noche salvándome de una muerte segura, la Deuda di Vida se formó entre nosotros. Al ser yo quién fue salvado se creó en mi interior un deseo de lealtad y servicio hacia ella pero no solo eso, nuestras feromonas lupinas se sienten inevitablemente atraídas entre sí provocando un deseo incontrolable; según la Deuda, mi "salvadora" y yo estamos destinados el uno para el otro.

Rio con amargura.

— ¿Sabes qué significa eso Ángela? Si esa mujer y yo sellamos esa deuda estaremos unidos para siempre, le perteneceré en lo absoluto y seré como su esclavo, ella se convertiría en mi hembra y por lo tanto estaría cediéndole mi derecho legítimo de alfa de la manada al ser yo el último de la estirpe Branderburg. Aparentemente, ese ha sido su objetivo desde siempre: el poder.

Su voz se había tornado aguda y apremiante, su respiración era entrecortada. Tenía los ojos muy abiertos y cristalizados, igual que un niño horrorizado y golpeó furioso la mesa con un puño, haciéndola temblar.

— Alex, tranquilízate ¡Alex, mírame! — murmuró la chica rubia preocupada de que el chico encolerizado pudiera llamar la atención.

— No puedo sellar esa deuda Ángela, no quiero hacerlo— sollozó incontrolable—. No quiero acercarme ni estar junto a ella pero... lo hago, me es inevitable.

EL PORTADOR 1:  El medallón perdidoWhere stories live. Discover now