21. Medallón perdido

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— Todo esto ha sido espeluznante, me da un alivio tremendo que hayamos salido de esa tenebrosa cripta en ruinas— masculló la rubia y apretó con ahínco la mano del muchacho.

— Lo sé— estuvo de acuerdo él, con la cabeza gacha—. Quería distraer un poco tu mente para que no pensaras en la muerte de tu tío, y mira en lo que resultó.

— Sería imposible distraerme de eso; tal parece que éste pueblo está asediado por la muerte y la oscuridad— dijo Ángela, pensativa— lo mismo que creía mi tío Metzul, la oscuridad ronda éste lugar.

— Es un pueblo de lobos, y hay una loba sicópata libre por ahí ¿qué más podríamos esperar? — Cuestionó Alexander y miró una vez más en derredor.

El cementerio de Saint's Church era mucho menos aterrador bajo la luz del sol.

Después de haber coincidido en que fue un error entrar a la cripta de los Valmoont, los dos chicos habían puesto la tapa de piedra de nuevo sobre la tumba y salieron de inmediato de ahí, escalando por los ruinosos peldaños hasta salir de vuelta al cementerio.

Ambos se sentían mareados y perturbados con su hallazgo.

— Mi pregunta es: ¿quién pudo haber profanado la tumba de Splendora antes que nosotros? ¿No te parece eso extraño? — preguntó intrigada la joven de piel pálida, mientras avanzaban lentamente por el laberinto de lápidas grises y el césped verde y pulcro del extenso cementerio.

— La pregunta no es ¿quién? Sino ¿por qué?, ¿qué motivo llevaría a quién sea que fuera a entrar a una antigua y tenebrosa cripta y profanar una tumba? — arguyó el muchacho de tez cobriza y entrecerró los ojos—. ¿Ángela? En realidad, creo... creo que puede haber una razón.

Ángela Miller parecía conmocionada.

— ¿Qué cosa? — inquirió casi sin voz— ¿Qué razón?

— Había estado pensando en ello durante días y te lo iba a contar pero, entonces ocurrió lo de tu tío y no lo vi apropiado.

— Alex, solo estás confundiéndome más, ¡habla ya!

— ¿Recuerdas cuando te conté lo de la Deuda di Vida y te dije que no había manera alguna de impedir que se sellara?

— Sí, lo recuerdo ¿por qué?

— Es una locura pero... tal vez, solo tal vez sí existe una única manera de romperla que no implique mi muerte ni sellar la deuda, claro— explicó emocionado.

— ¿Estás diciendo que puedes liberarte de Katherine, para siempre? Oh cielos, eso es maravilloso Alex, dime cómo, explícame— anheló.

— Con el poder que hace cientos de años fue el ancla de la dinastía Valmoont en éste pueblo, el mismo poder que fue robado por mi ancestro y pasó a mi linaje, ¿no lo entiendes Ángela? Eso es lo que quién haya violado ese sepulcro buscaba— Explicó Alex, extasiado.

— Hablas y hablas de ese poder pero no logro entender lo que es— masculló ella molesta.

— Un medallón. El medallón perdido de los Valmoont— musitó el chico teatralmente—; el collar que dices que viste en las estatuas de la reina Splendora. Esa era la fuente de todo su poder.

— No puedo creerlo— dijo Ángela un minuto después—. Quiero decir, lo creo pero no puedo creerlo. ¿Un medallón, cómo es eso siquiera posible?

— No es "un" medallón, es "él" medallón, la fuente de poder de los Valmoont. Una reliquia antigua y poderosa cuya magia era extraordinariamente buena o terriblemente fatal según fuera utilizada.

EL PORTADOR 1:  El medallón perdidoWhere stories live. Discover now