16. ¿Leyenda o realidad?

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Hola estimados amigos y lectores, en realidad nunca hago esto pero está ocasión me era necesario darles las gracias a todos y cada uno de ustedes que me han estado apoyando con ésta loca novela. Técnicamente ya va más allá de la mitad, osea que andamos en la recta final.

Este capítulo me ha resultado sin querer más largo de lo esperado, espero que eso no resulte una molestia y que pueda agradarles igual.

Espero con ansias sus opiniones, comentarios, sugerencias, teorías y todo lo que me gusten decir sobre la historia, por que realmente eso me ayuda muchisimo a tratar de mejorar día a día.

Sin más pues, los dejo de molestar. Abrazos y espero que estén pasando un fin de semana genial. Saludos desde México :3

Los días continuaron como siempre, aunque algunos estaban demasiado deprimidos para disfrutarlos.

Personas como Mary Köller o Edgar Fäciell habían cambiado abruptamente su forma de ser, y se volvieron distantes y menos mezquinos con los demás de lo que alguna vez fueron.

Las pérdidas de sus amigos, Carmen y Adrián, parecían haberlos dejado totalmente dolidos y con la cabeza por las nubes.

Aun así, la mayoría está sanando.

El fin de semana llegó repentinamente y con él, arribó al desolado Moonsville un día caluroso y soleado de verano.

Alexander se levantó esa mañana con mejores ánimos que nunca; la presencia de la hermosa rubia en su vida era simplemente una nueva razón para sobrevivir el día a día.

En todo un largo siglo de miserable existencia entre sombras y recuerdos, el pobre muchacho nunca había experimentado una felicidad comparable.

Parecía que el destino por fin le sonreía.

— El destino— susurró de pronto el chico y se quedó cual estatua bajo el agua de la regadera. El líquido estaba tibio pero aun así sintió un escalofrío intermitente recorrer cada centímetro de su piel.

Cerró los ojos con fuerza, negándose a tener ningún recuerdo que pudiera afectarlo pero no lo pudo evitar.

La imagen de la horrible anciana volvió a formarse en su cabeza una vez más. Su rostro arrugado, su dentadura de oro y sus terribles ojos velados que profesaban horrores, lo habían atormentado en sus sueños últimamente; en su mente, las palabras de la vieja continuaban repitiéndose ininterrumpidamente:

—"No importa lo que creas... la muerte te ronda..."

— Bueno, en eso no se equivocó— pensó entristecido el chaval al rememorar el incendio y las muertes provocadas a su causa. En varios términos, parecía que "la muerte" era una obvia referencia a la asesina Charlotte Van Schtraigart, su propio némesis.

"El destino de este mundo corre latente por tus venas, portador. Estás marcado".

Aquella frase de la vieja adivina mantenía al agobiado muchacho dando vuelta y vuelta en su revuelto cerebro, intentando descifrar el significado de las palabras.

— Portador— susurró— Marcado— Volvió a murmurar como ensimismado, e instintivamente se miró la palma de su mano izquierda, aquella donde la anciana había leído las líneas de su destino.

Alexander no había querido pensar en ello, no con todo lo que ocurrió con el incendio, las muertes y la insuperable melancolía, pero no se podía negar que en aquellos momentos  la palma de su mano lucía ligeramente distinta a como estuvo antes de aquel siniestro encuentro.

EL PORTADOR 1:  El medallón perdidoOnde as histórias ganham vida. Descobre agora