6. Investigacion

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 Durante un momento ahí de pie, junto al aparcadero de autos y un periódico en la mano, Alexander se olvidó por completo de que aquél sería un día festivo.

La cabeza le dio un par de vueltas y sintió ese incomodo deseo de vomitar.

— ¿Qué? —. Su voz sonó inexpresiva una vez que habló, y le sorprendió darse cuenta de que aún pudiera emitir sonido alguno—. ¿Qué dijiste?

Pero el chico no necesitaba abrir el periódico para darse cuenta de que su amigo no mentía.

El enorme titular de la primera plana resaltaba enormemente entre un mar de minúsculas palabras.

ATAQUE ANIMAL PROVOCA MUERTE EN WËST BAUDELEIRE

Las letras negras como el abismo perforaron los ojos del joven Branderburg evocando sus recuerdos.

— Y ¿Cuán atractivo le parezco, profesora? —. Preguntó Alex Branderburg dirigiendo una efímera sonrisa a la atractiva mujer.

— No entiendo a qué viene su pregunta, señor Branderburg, que yo sepa no forma parte del examen.

La mirada de Ximena Hargrove era intensamente seductora, como la de una diosa inmaculada esclavizada en el mundo humano.

Su cabello castaño caía en cascada tras su espalda, y un mechón de pelo solitario ocultaba unas largas y rizadas pestañas. Unos ojos color marrón miraron con desdén hacia el cuadernillo que sostenía el chico, y sus labios se curvaron en una fina línea.

— Veo que usted señor Branderburg, solo malgasta su tiempo.

— ¿Qué quiere decir con ello, profesora? —. Musitó Alexander con una mirada ridícula.

La profesora puso los ojos en blanco tamborileando los dedos sobre la dura superficie de un lujoso taburete de madera caoba.

— No nos haremos los tontos, es claro que usted no tenía ningún problema con la materia. ¿Solo fue un pretexto, no es así?

Alex se sintió ofuscado, y por un segundo no supo que responder.

— Está será la última ocasión que te dé una asesoría—. Anunció Ximena Hargrove caminando como una garza sobre el agua, directo a la puerta de la habitación.

— Pero... pero, Ximena yo...

— No tendrás más pretextos para venir aquí. Creí dejar zanjado el asunto contigo hace semanas—. Sentenció deteniéndose —, no obstante por ética, si necesitas ayuda podrás preguntarme en la universidad.

La puerta principal se abrió ante el movimiento de la perilla, y la fría y neblinosa calle de Wëst Baudeleire se hizo visible a través de la rejilla.

Alexander no tuvo otra opción que ponerse de pie muy a su pesar, y salió arrastrando los pies.

Al pasar al lado de un hermoso tocador de pino en el vestíbulo, pudo ver un cajón abierto, y en una rápida visión Alex notó que éste tenía un doble fondo, un compartimento secreto medio oculto por un montón de papeles.

— No es que quiera correrte Alexander, pero no me dejas otra opción—. Dijo la mujer haciendo que el chico desviara la mirada del cajón de inmediato—. Además ya es tarde, espero que lo entiendas.

— No se preocupe profesora, comprendo a la perfección.

— Nos vemos mañana en la universidad entonces, señor Branderburg.

Y sin decir nada más, Ximena Hargrove cerró la puerta, dejando un dulce aroma a perfume que se evaporó a través de la oscura y fría calle.

Un simple sollozo devolvió al chico al presente.

EL PORTADOR 1:  El medallón perdidoWhere stories live. Discover now