Capítulo V

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Volteo a verlo y para mi sorpresa sus ojos están sobre mí sin ningúna discreción.

Su cabello parece húmedo, desordenado de una manera que me dan ganas de enredar mis dedos en él, sus ojos negros mirándome serios y esos labios que deben ser suaves comienzan a curvarse en una arrogante sonrisa.

Ruedo los ojos y vuelvo mi vista al frente, no iba a dejar que pensara que por un momento me quede como estúpida mientras lo veía. Aunque así había sido.

Ante todo era una chica que tenía más orgullo que otra cosa.

El timbre suena y me apresuró a salir del salón, lista para recibir alimento ya que mi estómago ruega por algo de comida.
Hasta que alguien se interpone en mi camino.

--¿A dónde tan rápido Nicole? - Su sería voz me hace pensar por un momento que está molesto.

--A comer así que muévete -amenazó, él suelta una carcajada divertido.

Era la primera vez que se reía de verdad, no había sarcasmo ni irritación, era diversión pura.

--¿Que te divierte? -Su risa para y me mira con una sonrisa.

¡Que el puto mundo se detenga!
Sergio Roggers si sabe sonreír sin arrogancia.

--Que podrías matarme por comida, sonaste amenazante de verdad -ahora yo sonrió.

--Vamos a alimentarte pequeña fiera -Río y le doy un puñetazo jugando.

Él levanta su brazo y su mano forma un puño, yo lo había hecho jugando pero creo que este chico se lo tomo demasiado en serio para mi gusto.
Su puño va en dirección de mi mejilla, cierro los ojos esperando el golpe.

Pero nunca llegó, solo siento unos suaves labios presionarse suavemente en mi mejilla, abro mis ojos de golpe.

--Podré ser un idiota pero ya jamás toco a una mujer -me guiña el ojo y comienza a caminar al lado contrario.

Ya en la cafetería pido un delicioso emparedado de mermelada, algo que no sea tan pesado pero que me llene. Me quedo a medio bocado cuando una rubia cabellera se sienta a mí lado.

--¿Puedo comer contigo aun? -La suplicante voz de Dylan hace que mi corazón se apriete, asiento con una sonrisa de boca cerrada.

--Eso no se pregunta Dylan, podemos ya no ser novios pero si amigos -Su rostro se ilumina y sus ojos tienen un lindo brillo.

--Te quiero tanto que estoy dispuesto a que me dejes en la friendzone y luchar por ti hasta que todo vuelva a ser como antes. -Le soy una sonrisa insegura y ambos comemos en un silencio un poco incómodo.

Terminamos el almuerzo y cada quien volvió a sus clases, las cuales pasaron sin imprevistos.

Llegue a casa, sola como siempre.
Jaden había pedido comida pero yo no tenía apetito.

Me quite los zapatos, sentía que los pies me mataban, escuche el timbre sonar y con pereza fui a abrir.

--Vaya, ¿ya te vas a desnudar? Llegue en buen momento -Sus ojos están en mi cara y no bajan de ahí

Este chico no suele ser de los que piden permiso para mirarte, pero parece que eso esta haciendo en este preciso momento.

--Puede ser -le doy una mirada coqueta, él luce sorprendido ya que claramente no esperaba que esa fuera mi reacción.

--Día de asesorías -me hace a un lado y entra a mi casa quitándose su sudadera azul.

--Preparare los tem... -Mi oración es interrumpida por la mano de Sergio, me ha tapado la boca y solo me mira fijamente.

¿Que carajos le sucede?

Le doy un manotazo logrando que aleje su mano de mi boca.

--No vuelvas a hacer eso -me da una mirada cansada y asiente a regañadientes.

--Es que hablas mucho -abro la boca indignada y lista para decirle que no es cierto, pero me doy cuenta que es verdad.

--Y tú eres un imbécil -le saco la lengua como niña pequeña, él suelta una risa divertida

--Y tú la chica que quiere que este imbécil la bese sin control -entonces es mi turno de reír, pero con ganas.

--¿Que te hace pensar que te quiero besar? -Me cruzó de brazos esperando su respuesta

--Que eres como todas las chicas, me deseas. -Se encoge de hombros y por ese breve momento reacciono.

Comenzaba a creer que Sergio pensaba diferente de mi; porque me había defendido y por ese estúpido beso. Pero no, Sergio piensa que soy igual de zorra que las chicas con las que él está acostumbrado a acostarse, me ve igual que a cualquier chica.

Recuperó mi orgullo y saco el libro de matemáticas de mi mochila.

--Hoy veremos las ecuaciones por fórmula general -evitó su mirada y me concentró en mis apuntes.

--¿Podemos tomar asiento? Por lo menos quiero repasar cómodo -asiento sentándose en el sillón con él junto a mí.

Leo los apuntes en voz alta, siento los ojos de Sergio sobre de mí pero sé que es porque está escuchandome con atención.

--¿Desde pequeña tienes ese pequeño lunar cerca de tu labio? -Dejo de leer de golpe al escuchar su pregunta.

--¿Eso te interesa? -Pregunto de mala gana, él asiente

--Jamás lo había visto ya que es muy pequeño, pero si te pongo atención también veo que... -Lo miro mal y el cierra la boca.

--No viniste a ver mis lunares, viniste a estudiar -rueda sus ojos y me arrebata la libreta.

--Vine por la única razón de estar contigo. Las matemáticas me valen mierda, tú me pareces suficientemente atractiva como para venir hasta acá. -Abro mis ojos exageradamente esperando que se ria o diga que es broma.

--Hace un momento dijiste que yo era como todas las zorras con las que sales y ahora resulta que te importó

--No dije que me importadas, dije que me parecías atractiva. Me atraes y ya. No te confundas -ah claro, se me olvidaba que estaba con el idiota mujeriego de Sergio.

--¿Y?

--Y que eres de las chicas que sale con diferentes hombres, tú no saber ser una novia -Su comentario hace que el enojo se entienda por mi cuerpo.

--¿Que no soy buena novia? -Pregunto molesta, él asiente despreocupado

--Por algo le pusiste el cuerno a Dylan y con su mejor amigo. Vamos nena, eres como yo.

--¿Y como se supone que eres tú?

--Nada de relaciones serias y exclusividad. Tú y yo podemos entendernos muy bien. -Me mira sonriendo coqueto, había esperado tanto por este momento.

--Si, podemos entendernos perfecto -le doy una sonrisa de lado.

Sergio pone una mano en mi nuca y la otra en mi cintura, entonces yo lo jalo uniendo nuestros labios en un asqueroso beso.

Sergio Roggers, él idiota mujeriego y que le había roto el corazón a mí mejor amiga, comienzá a jugar mi juego.

¡Golpe bajo, preciosa! (En Edición) Where stories live. Discover now