Olivia decidió preparar la cena mientras Elliot ayudaba a Noah a recoger todo el caos que tenía en la casa. Los juguetes estaban por doquier ya que habían llegado muy temprano y no le habían dado el tiempo a Lucy y a Noah de dejar todo en su sitio para que la casa no estuviera convertida en un campo de batalla.

—¿Terminaron? —preguntó Liv agachándose a tomar uno de los juguetes de Noah que estaba en el piso de la sala.

—Falta poquito mami.

—¿Cómo te has sentido hoy? —preguntó Elliot acercándose a Liv y la tomó por la cintura—. ¿Y ellos? —puso ambas manos en su barriga.

—Yo bien y ellos muy, muy pero muy inquietos.

—Se mueven muy duro ya —comentó Elliot al sentir una patada más fuerte—. Debe ser el niño.

—O la niña. Son Stabler ¿recuerdas? Todos son inquietos —rió y se fue nuevamente a la cocina.

Después de la cena bañaron a Noah juntos. Olivia se quejó mil veces que con 5 meses ya se le hacía difícil moverse cuando bañaban al pequeño y que ni se quería imaginar cómo le haría los 4 meses que le faltaban. Elliot la tranquilizaba diciendo que él estaría a su lado en todo momento para que no tuviera que hacer algún esfuerzo.

—Rueda hacia allá —le pidió Liv a Elliot poniéndose de su lado de la cama.

—¿No quieres dormir de tu lado? —preguntó confundido ya que nunca dormían en el lado que no era "suyo".

—Hoy no. Tienes una herida en el brazo izquierdo.

—Un rasguño.

—Si lo sigues diciendo te dispararé —se puso de pie y se cruzó de brazos.

—Ven aquí, mi vida.

Ella se acomodó de su lado derecho. Estuvieron varios minutos en silencio. Sólo se acariciaban y daban mimos. 

—Liv, estoy bien. No pasó a mayores —susurró cuando sintió que ella estaba llorando de nuevo.

—Pudo pasar —sollozó e intentó limpiar sus lágrimas—. Además estas malditas hormonas hacen que llore a cada rato. Parezco María Magdalena. ¡Por Dios! —se quejó con una pequeña sonrisa en sus labios. Él acortó la distancia entre sus labios y la besó tiernamente. 

—Pues amo a mi María Magdalena —bromeó y recibió un golpe de parte de ella.

—No es lindo llorar por cualquier cosa y más cuando el hombre que amo se pone en peligro.

—Corremos riesgos haciendo nuestro trabajo...

—Lo sé. En serio lo sé pero me moriría si te pasara algo. Me pongo mucho más nerviosa porque no estoy en el campo contigo. Era diferente cuando lo hacíamos juntos y ahora no puedo cubrir tus espaldas.

—Te amo —murmuró con una sonrisa, era la mujer de su vida—. Haré todo lo posible para no ponerme en peligro. No quiero que te estreses pensando en mí haciendo trabajo de campo. Tenemos buenos compañeros. Entre todos cubrimos nuestras espaldas.

—Pero no soy yo —susurró pasando la yema de sus dedos por el rostro de él—. Siempre has dicho que tú eres el mejor para cubrir mi espalda. No te fías de nadie más. A mí me pasa igual —confesó y él la abrazó muy fuerte. "Nunca tuve esta necesidad que siento de estar a su lado. De saber que está bien. Nunca sentí antes que se me iría la vida si le pasara algo a alguien. Quiero estar a su lado por siempre. Lo amo. Él junto a Noah y los bebés son mi vida" reflexionó ella. 

Se habían vuelto a quedar en silencio. Tratando de dormir pero su cabeza daba vueltas a la misma idea. "Quiero estar siempre a su lado".

—Ell... cásate conmigo —susurró y besó su cuello. 

Reencuentros amorososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora