Capítulo 40

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Olivia habló ese mismo día con el jefe Dodds diciéndole que se tomaría una semana de vacaciones y que el lunes trabajaría hasta el medio día. Informó también que el Sargento Stabler había pedido unos días lo cual no le agradó. Los dos superiores fuera de la unidad no era nada agradable a sus oídos. Ella lo tranquilizó cuando le dijo que estaría a menos de una hora y que si ocurría algo ella regresaría a ponerse al frente de la unidad. Dodds no muy convencido aceptó pues no tenía de otra aunque le advirtió que para la próxima necesitaba que le informen con anticipación.

Ya era hora de salida. Olivia estaba mucho más relajada y despreocupada. Se había convencido que todo saldría bien en sus pequeñas vacaciones y que Elliot se llevaría mejor con su madre. Sólo le faltaba pasar el fin de semana en la misma ciudad que Kathy.

Elliot llevó a Olivia a su departamento como todos los días pero antes pasaron a comprar la cena. Noah se emocionaba cada que escuchaba que alguien entraba a su casa, siempre creyendo que era su madre y se emocionaba aún más cuando era Elliot el que aparecía ya que a veces no podía verlo. Saludaron a Lucy y ella se despidió de los tres al instante. Noah estaba muy cansado, no jugó ni dos horas con Elliot y se quedó dormido en el sofá.

—¿Cenamos?

—Claro. ¿Te pasa algo, Liv?

—No. ¿Por qué preguntas? —preguntó mientras sacaba la comida y la ponía unos minutos en el microondas.

—En la mañana estabas cansada y preocupada diría yo. Ahora estas feliz y radiante.

—¿No te gusta verme feliz y radiante?

—Me encanta. Aunque...

—¿Aunque qué Stabler? —preguntó entrecerrando los ojos.

—Como estés te ves hermosa —se acercó rápidamente a ella.

—Gracias pero no conseguirás nada eh.

—Por lo menos hice mi mejor esfuerzo —rió.

Se sentaron a comer sonrientes. Conversaron durante toda la cena, nunca se aburrían, siempre encontraban algo nuevo para contarse o conversar. Juntos recogieron la mesa y limpiaron todo.

—¿Te quedarás?

—Si puedo, sí.

—Claro que puedes, tonto —dijo con una amplia sonrisa y golpeándolo levemente en el hombro. Él la besó—. Elliot, tengo que darte algo —él la miraba fijamente—. No sé cuántas veces te diré que dejes de mirarme así —añadió y rió.

—Las mismas que te diré que no puedo.

—Esto es tuyo —le entregó una cajita que estaba en la mesita de al lado del sofá.

—¿Qué es? —preguntó emocionado—. Creo que me porté bien porque hoy no es mi cumpleaños.

—Ábrelo —pidió. Él lo hizo y era una llave. Se imaginó que era pero quería asegurarse y no le quitó la mirada de encima—. Es la llave del departamento. Sé que no es lo que esperabas pero quiero empezar por algo. Hasta que decidamos donde vivir.

—Liv, esto es... eres maravillosa. Te amo —la besó profundamente.

—También te amo.

—¿Una casa?

—Es una posibilidad. Tus hijos vienen y seremos muchos.

—Te amo... te amo... te amo —dijo y en cada "te amo" le daba un beso—. ¿Si aceptas vivir conmigo?

—Sí —la besó nuevamente—, pero tenemos que buscar un lugar más grande por eso tienes la llave de mi departamento, hasta conseguir un lugar y hablemos bien sobre el tema —sonrió.

Reencuentros amorososWhere stories live. Discover now