Capítulo 37

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—Si me ayudas a limpiar podemos llegar a un acuerdo. Sin sobornos, sargento —cerró los ojos después que él la pegara a su cuerpo.

—Usted soborna primero Teniente pero haremos las cosas a su gusto —se alejó de ella, antes dándole un beso en la mejilla y diciéndole que la amaba.

Olivia y Elliot terminaron de arreglar el departamento y se dieron cuenta que Noah se había quedado dormido en uno de los sofás de la sala.

—Ay mi amor. Estabas muy cansado —dijo Liv sentándose a su lado y tomándolo en sus brazos.

Elliot se sentó a su lado pasando un brazo por detrás de su cuello para acercarlos a él.

Olivia dejó un tierno beso en la cabeza de Noah y Elliot hizo lo mismo con ella.

—Ya no te irás ¿o si? —preguntó muy suave—. Noah está cansado y no son horas para sacarlo de casa. Quizás se despierta por el traslado de casa y luego no se quiere dormir y...

Liv puso un dedo sobre sus labios.

—Shhh que se va a despertar —interrumpió—. Si nos quedamos —alzó su rostro para darle un corto beso.

Se quedaron un momento en el sofá, en silencio, disfrutando de pequeños momentos mágicos, dignos de recordar por el resto de sus vidas.

—Es mejor llevarlo a la habitación.

Ella asintió y él se levantó para tomar a su hijo en brazos. Olivia caminaba tras ellos encantada por como Noah se aferraba a su cuello aún estando dormido. Dejaron al pequeño en la cama y le dieron las buenas noches con un beso.

—Fue un día de locura —abrazó a Olivia, habían regresado al sofá para charlas y descansar un poco antes de ir a dormir.

—Sí, lo fue. Pero me gusta. Noah es feliz cuando tus hijos vienen —dijo con una gran sonrisa recordando a su hijo en el parque—. Gracias Ell, en serio nunca podré terminar de agradecerles a tus hijos que acepten a Noah como su hermano es...

—Shhh. No sigas Olivia porque me molestaré contigo. Quiero a Noah como si fuera mi hijo. De hecho, Noah es mi hijo. Ellos sólo lo tratan como lo que es, su hermano. Y son unos chicos tan dulces y buenos que no podrían no amarlos a ti y a él.

—Te amo. A veces pienso que esto solo es un sueño.

—Te amo más y no es un sueño. Es una realidad, nuestra feliz realidad —respondió y la besó, un beso largo, tierno, lleno de amor—. No sé usted Teniente pero para mi es "feliz realidad" y no cambiará.

—No lo sé, Sargento. No me convence del todo.

—Creo que sé de algo para convencerla Teniente.

—Esfuércese entonces —bromeó y él le plantó un beso, más apasionado, devorando sus labios y recostándola lentamente en el sofá.

—Verá mi mejor esfuerzo —terminó el beso y dejó otro beso más corto mientras ella sonreía.

Empezó a bajar sus manos por su cuerpo hasta su vientre y ella se estremeció, siempre le pasaba cuando la tocaba. Ell le dio una sexy sonrisa, de esas que solo él le sabía dar mientras la miraba fijamente y empezó a hacerle cosquillas.

—No Elliot. ¡Para! ¡Para! —pidió riendo bajo él y tratando de quitárselo de encima—. Ya verás lo que te espera.

—Teniente si me amenaza, no pararé.

—Ya, ya, ya. Prometo no hacerte nada — respondió y él paró dándole un beso.

Entre beso y beso estuvieron un buen rato acostados en el sofá.

Reencuentros amorososOù les histoires vivent. Découvrez maintenant