Capítulo 97

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—Él está bien, Liv —aseguró Fin.

—¿Es el oficial herido? ¿Elliot fue el oficial que salió herido? —preguntó y sintió como las piernas le temblaban de sólo pensarlo. "Hablé con él. No pudieron haberlo herido" se quiso tranquilizar pero su corazón no daba un paso atrás. En su interior estaba segura que algo le había pasado a Elliot.


—Elliot está bien —repitió Amanda.

—¡Basta! No quiero volverlos a escuchar decir eso. No quiero que me digan que está bien. Quiero que me digan dónde está y comprobarlo por mí misma —estaba tan molesta y frustrada porque le seguían repitiendo lo mismo. 

Se dio media vuelta y salió de la sala de espera en busca de un doctor que le pudiera dar información. Se presentó como la esposa del oficial herido y no como su superior para que la dejaran pasar donde estaba Elliot. Su cara de preocupación más su gran barriga de embarazada le facilitaron el acceso. Nadie quería ver a una embarazada caminando de un lado a otro en el hospital esperando respuestas de su esposo.

Una de las enfermeras la guió a una habitación y le aseguró que el paciente estaba bien. A Olivia no le interesaba lo que los demás consideraran bien, lo que le importaba era verlo y decidir ella que tan bien estaba. La puerta estaba abierta y observó a Elliot sentado en una camilla con un vendaje en su brazo izquierdo. 

—Me prometiste que te ibas a cuidar —murmuró desde el marco de la puerta viendo como él intentaba ponerse la camisa.

—Liv, estoy...

—Si me vuelves a decir que estás bien juro que te disparo. Tengo un arma, estoy embarazada, de muy mal humor y preocupada, puedo hacerlo.

—Pero lo estoy.

—Estás de todo menos bien. Me mentiste y también hiciste que ellos lo hicieran —dijo señalando hacia fuera de la habitación refiriéndose a sus detectives. Seguía sin moverse del marco de la puerta.

—¿Vas a quedarte ahí? —preguntó ladeando su cabeza—. Es un rasguño —añadió señalando la herida de su brazo.

—No me vuelvas a hacer esto —le dio un abrazo fuerte y no pudo controlar las lágrimas.

—Liv, no pasa nada. Tenía muy mala puntería. Lo llevaron a la estación —informó él tratando de calmarla pero ella seguía aferrada a su cuello y llorando.

—No llores más por favor. Mírame, estoy sano y salvo.

—Dijiste sin un rasguño —sollozó.

Elliot esperó a que Olivia se tranquilizara para poder salir del hospital. Antes de irse preguntaron por Andy, ya estaba mucho mejor y en compañía de sus padres. La Teniente no quiso regresar a la estación, lo que quería era llegar a casa y acostarse en la cama con Elliot y Noah abrazándola.

—¡Papi!

—Hola campeón. ¿Cómo estás?

—Ell, despacio —advirtió Liv cuando él tomó en brazos a Noah.

—Un rasguño —le recodó muy bajito y pegado a su oído.

—Hola mami.

—Creí que te habías olvidado de mami —le dio un sonoro beso en el cachete.

—Nunca mami —rió—. ¡Oreo ya sabe dar vueltas en el jardín!

—¿Ah sí? ¿Quién le enseñó?

—Yo papi —respondió enseguida. Él le levantó una de sus cejas en modo interrogatorio y su hijo ya sabía de qué se trataba—, y Lucy, papi. Ella también le enseñó a Oreo.

Reencuentros amorososWhere stories live. Discover now