Se acabó

490 39 3
                                    


CAPÍTULO 25:

Y no siento nada, al menos, durante un tiempo.

De repente, todo es tranquilidad, todo es bueno a mí alrededor. Al menos, es lo que noto en ese momento. Es como estar en el mejor momento de tu vida, nada ocurre y es como si fuera una gran liberación para mí.

Hasta que vuelvo a sentir y es lo peor del mundo.

La cabeza me duela, mi brazo me duele y las costillas aun más. Me cuesta respirar y siento nauseas cada vez que intento moverme. Es como si todo lo que antes no sentía, viniera en el mismo momento y a la vez. Fuerte, intento y, sobre todo, agonizantemente doloroso.

Cuando abro los ojos, veo todo y nada a mi alrededor. Recuerdo paramédicos, un extraño hablándome, policías y equipo médico a mi alrededor. Todos ellos me hablan, pero es como si no los escuchara o pudiera oírlos. Sé que me dicen algo, veo sus labios moverse mientras sus miradas están fijas en mí. Sin embargo, no sé lo que hablan. Es mucho y nada a la vez.

Estoy cansada, quiero dormir. Sé que quizás no debería de hacerlo, aun así, lo hago. Cierro los ojos y decido descansar, dejar que todo pase.

La siguiente vez que abro mis ojos, noto que estoy tendida en una cama. El dolor ha remitido, no lo llego a sentir, pero si que sigo notando las náuseas y la incapacidad de respirar. Todo es lo mismo, pero por suerte, el dolor no está.

Miro a mi alrededor y lo primero que llego a ver es la cantidad de aparatos que tengo a mi alrededor. Todos son médicos: para controlarme el corazón, el gotero con muchas bolsas y varios aparatos más que no consigo distinguir. Más allá está la habitación, una que no reconozco como la mía. Todo es blanco, a mi derecha hay un ventanal y puedo ver parte de la ciudad. Al otro lado un pequeño cuarto que distingo como el baño, por lo poco que puedo ver desde mi cama. Supongo que finalmente, puedo decir que estoy en una cama, pero de hospital.

"Hospital" pienso para mí misma.

Finalmente me miro. Los recuerdos, no eran otra cosa que los recuerdos del accidente que había tenido y que me había dejado así. Un brazo vendado, al igual que mis costillas y en mi cara hay varios cortes. Muevo las piernas, "Gracias" pienso.

-Alison, despertaste- la voz me sorprende y me asusta- Gracias a Dios.

No estoy sola, por lo que se vé.

El señor Fields se levanta del butacón que había a mi lado, me sonríe cuando se acerca a verme. Respiro con dificultad, estoy asustada, me da miedo hablar.

-¿Estás bien? ¿Necesitas que llame al doctor?- vuelve a insistir una vez más.

-No- consigo hablar- Es solo...- pregunto por lo evidente- ¿He tenido un accidente?

-¿No recuerdas el momento?- le niego en rotundo.

Sí, tenía momentos en mi cabeza, pero sentía que eran como un sueño y que en realidad, no había pasado nada. Solo sé que salí de verme con Hanna y...

-No...- prosigo- ¿Dónde estoy?

-En el hospital, el mejor de la ciudad. Llevas casi dos días inconsciente- ¿dos días? ¿Cómo había sido posible?- Jason y Emily estuvieron el mayor tiempo aquí, cuidándote pero los mandé a casa para que descansaran, comieran y pudieran volver renovados mientras yo me quedaba.

-Gracias- aunque no entendía por qué lo hacía.

La puerta se escucha, una doctora de unos cuarenta y pocos entra sonriente. Miro al señor Fields, que con una mirada, me dice que me tranquilice:

Por un puñado de besos //EMISON// (Completada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora