34. Muerdago

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34. Muerdago

— ¿Donde esta Ian? Pensaba que había ido a buscarte. —Pregunté a Jack a modo de saludo.

Notaba cómo la tensión se estaba adueñando de mi pecho. Estaba a punto de quedarme sin respiración.

—El vino a buscarme al aeropuerto. Estábamos en un semáforo a unas manzanas de llegar y de repente ha dicho que no podían hacer no sé qué y se ha marchado de la limusina corriendo. ¿Tienes idea de que le pasa?— Inquirió Jack de forma inocente encogiéndose de hombros.

Por supuesto sabía lo que estaba pasando. Pero no podía explicárselo sin contarle toda la historia, esa parte que Ian no había querido contar.

Sin contestar a Jack me di la vuelta, y esquivando también a Leah que había ido a investigar que estaba pasando allí, me dirigí a la cocina desierta. Las ganas de celebrar el año nuevo se habían esfumado. Las risas y la música me parecían muy lejanas. Solo quería estar sola, lo más lejano de aquella estúpida fiesta.

Me puse mi abrigo de cuadros de Prada, y robé una de las botellas de champagne de las que estaban sin vigilancia en la cocina. Era imposible que con todas las cajas de champagne que había repartidos por la cocina, alguien se hubiera dado cuenta de que una menor había conseguido sustraer una botella. Acto seguido baje por las escaleras de servicio hasta la calle.

—Feliz año, señorita Goligth. —Me felicito el portero con una sonrisa. En cuánto se percató de mi cara de perros, y la botella de champagne frunció el ceño, pero no añadió nada más.

El frio de la noche me dio cruelmente en la cara devolviéndome a la cruel realidad, y recordándome que mi vida no era una fiesta de navidad. Me había creído que en un golpe de suerte, las cosas por fin podían irme bien. Pero cómo siempre el destino me había dado una buena sorpresa. Había planeado un fin de año perfecto, con mi novio perfecto, sin  necesidad de esconderme. 

Solo había fallado que mi novio perfecto, Ian se había largado corriendo en cuánto yo había querido hacer publico lo nuestro.

—Leah me ha contado todo. — La voz de Jack me sobresalto. Acaba de cruzar la puerta del vestíbulo del edificio, y avanzaba por la calle hacía donde yo me encontraba. — Aunque debo de decir que ya lo sospechaba. Ian y tú no sois las personas más discretas del mundo, precisamente.

— Lo siento. — Conseguí articular yo mirando hacía el suelo. Ni siquiera me atrevía a darme la vuelta para mirar a la cara Jack. —Aunque sinceramente, ni siquiera sé si ahora mismo estoy saliendo con Ian.

En ese momento, la idea de que Jack supiera que Ian y yo estábamos saliendo no me entusiasmaba cómo había planeado. Ahora mismo tenía que estar de la mano con Ian por la fiesta de mi madre, no llorando en la calle mientras acababa una botella de champagne.

—No sientas nada... Si te sirve de consuelo, sabía que algo estaba pasando entre vosotros dos desde la semana universitaria.

— ¿Estas enfadado?— Conseguí articular. Suspire. La tristeza porque Ian se había largado, ahora pasaba a furia. Al igual que había pasado al final del año pasado, Ian se había largado en cuánto la situación se complico dejándome a mi sola teniendo que arreglarlo todo. 

—No podría... Al fin y al cabo, fui yo quien te anime a estar con Ian. Aunque no pare de demostrar que es un niñato inmaduro.

—Lo sé, pero eso no es suficiente para que deje de quererle. Ni deje de intentarlo. — Contesté yo encogiéndome de hombros mientras notaba cómo las lágrimas amenazaban en salir de mis ojos. Sacudí la cabeza. Me había prometido no volver a llorar por un chico, y aquí estaba. Ian me había vuelto a hacer daño.

Jo es nombre de problemas. (JNENDC2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora