15. Toque el cielo.

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-Narra Isabel-

Sus besos eran mi adicción. No podía dejar de poseer sus labios cada vez que tenía oportunidad.

La pasión iba aumentando. Claramente nuestros cuerpos se necesitaban y se llamaban.

José Manuel tomó mi mano y me hizo parar. Él ya parado agachó un poco su cabeza y se dirigió a mi punto débil. Besó y mordisqueó mi cuello. Cerré mis ojos y disfrute de sus besos. La temperatura de mi cuerpo iba aumentando. La noche recién comenzaba.

Me sube de un salto a sus caderas e instintivamente las rodeó con mis piernas. Sus labios ahora toman los míos en un beso dominante y colmado de pasión. Caminó como pudo hasta la habitación donde dormiríamos y cerró la puerta de una sutil patada.

Segundos después siento el frío de la pared en mi espalda. Me tenía acorralada. Acaricio su nuca y busco su cuello para besarlo. Él accede a mi búsqueda y me da el camino libre para hacer lo que yo quiera.

Muerdo y beso cada milímetro de piel de su cuello. Sus manos se posicionan en mi cintura y acariciando la misma me sujeta con más fuerza.

Le pido que me baje, José Manuel lo hace y yo quitó su remera con su ayuda. Acaricio sus abdomen bien marcado por el ejercicio y lo miro. Su mirada estaba repleta de deseo. Él me deseaba y yo también lo deseaba. Vuelvo a besarlo y sus manos se posicionan rápidamente en el borde de mi camisa. Con una fuerza desconocida rompe la misma y todos los botones caen al suelo exparciendose en la madera. Me alejo y mis mejillas se ruborizan. El complejo con mi cuerpo se hacía presente. Y era imposible poder evitarlo.

José Manuel vuelve a mirarme y deposita una confianza inexplicable en mi. Le ruego que siga y en minutos nuestra ropa forma parte del decorado del suelo.

Me acuesta en la cama y me admira como si fuera la flor más bella. Se acuesta sobre mi apoyando sus codos a mis costados para no caer con todo su peso.

José Manuel: ¿Estás bien? -Me preguntó mirándome fijamente-
Isabel: si.
José Manuel: si tú quieres freno.
Isabel: no, no lo hagas por favor. Sigue.

Él sonríe ante mi pedido y con una de sus manos acaricia mis senos y los masajea un poco. De mi boca sale un gemido dándole a entender que  disfrutaba de sus caricias amables. Con el paso de los segundos siento su tacto ir bajando por mi cuerpo hasta llegar al borde de mis bragas. Me mira nuevamente y yo asiento dándole la aprobación. Me las quita como pude y acaricia mi femeneidad. Mi cuerpo se estremece y mi espalda se arquea. Nada se sentía tan bien como eso.

Mis uñas se clavan en su espalda. Mis gemidos ahogados no dejan de salir de mi boca. Me dirijo a su boxer y lo quito. Ya no queda nada que nos impida ser uno.

José Manuel lo entiende y se une a mi. Todas esas sensaciones placenteras aparecen luego de que el dolor desaparece. Sus movimientos son suaves. Ambos estábamos disfrutando del tocar el cielo con las manos y del amarnos en cuerpo y alma.

Me salvaste. [Terminada]Where stories live. Discover now