10. Odio.

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-Narra Isabel-

Luego de que José Manuel cerro la puerta y se fue explote en llanto. ¡Que idiota había sido! Me odiaba, me odiaba por completo.
La bronca y la tristeza explotaban dentro de mi. Si tan solo le hubiera contado ¡Él quería ayudarme y yo no lo deje! Es más lo hice cargo de algo que no tenía nada que ver. Había echado todo a perder.

Subí a mi habitación y tirándome en la cama abrace al peluche que José me había regalado para seguir llorando. ¿Cómo hacia para volver el tiempo atrás? Estaba segura que Él no me perdonaría todo lo que dije.

Apague mi celular y seguí llorando. La noche definitivamente sería larga.

-Narra Jose Manuel-

Llegue a mi casa y agradecí que Lisa no estaba. Sentía demasiadas ganas de llorar, y lloré sin más. Tenia razón Isabel, todo había sido mi culpa. Por pensar en mí destroce sus sentimientos y la condene a una vida de completa infelicidad.
Odiaba esta vida que me había alejado de su lado, que me había hecho sacrificar mi felicidad por problemas que debían ser resueltos.
¡Nada era igual que antes! Ambos habíamos cambiado, su vida no era igual, sus pensamientos y sentimientos tampoco. Ambos estábamos demasiado golpeados por esta cruel vida que no teníamos fuerzas de consolarnos el uno al otro.

Fui hasta la cocina y me serví un vaso de agua que vacíe en mi estómago segundos después. Subí a mi habitación y me acosté. No tenía ganas de absolutamente nada. Mañana debía ir nuevamente a la empresa. Debía descansar para encarar mi día de la mejor manera.
No podía, sus palabras venían como puño a mi mente.
Sin pensarlo demasiado me levanté y suspire. Me abrigue ya que la madrugada estaba apareciendo y tomando mis cosas fui hasta su casa. No dejaría todo así. No ahora que estaba cerca suyo.
Toque la puerta infinita cantidad de veces pero no obtenía respuestas. La lluvia se hacía presente. Suspire.

José Manuel: Isa por favor abre. Te lo suplico.

Le hablaba a aquella madera que nos separaba con la esperanza de que Isabel este del otro lado escuchándome. Con la maldita esperanza de que abriera y conversáramos como dos seres civilizados.

Minutos después me di cuenta que eso no iba a ser posible. Qué ella no abriría y que no arreglaríamos las cosas. Seque mis lágrimas y tome nuevamente un taxi devuelta a casa.

Me salvaste. [Terminada]Where stories live. Discover now