39 | Wade

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   Pocas veces se recuerda lo que se hizo en el lapso de una transición. Mientras más larga es, menos memorias obtienes cuando despiertas; si es que alguna vez lo haces.

   Lo sé por experiencia propia, y no hablo de la que duró cinco minutos.

   Pero podía acordarme de la mirada de terror que tenía Mackenzie. Jamás la había visto asustada, y lucía bastante vulnerable allí, sin saber a lo que se enfrentaba o cómo podría defenderse por sí misma.

   No podía creer que lo diría, pero agradecía que Nathan hubiera estado allí para detener la transformación de un monstruo a otro mucho peor.

   Sabía por qué había acudido a ella: miedo.

   ¿Miedo a la guerra? No. ¿Miedo a morir? Joder, no. ¿Miedo a que Audrey resultara herida, por no decir muerta? Cien por cierto afirmativo.

   Me consideraba temerario, pero con ella era muy distinta la realidad en la que vivía. Y sabía que era ilegal sentir algo como aquello, desde que la tátara abuela de Nate se metió con un Repudiado y lo había aniquilado, literalmente, después de haberse acostado con él.

   Pero nunca antes me había imaginado a mí mismo acudir a una transición por miedo a que una humana muriera. Las veces anteriores habían sido porque era un idiota que se aburría fácil y sólo quería matar a un par de humanos para divertirse, pero jamás había pensado en hacerlo por aquella razón.

   Joder, Audrey, te declaro culpable de todo esto que está sucediendo conmigo.



—Ya nunca estás disponible.

   Gwen se quejaba, como de costumbre, en el salón de entrenamiento.

—¿Qué quieres decir?

—Siempre que te busco para que vengas a mi cuarto, me evitas. ¿Qué diablos, Wade?

—No tengo tiempo para pensar en ello, te enteraste que estamos a días de la guerra, ¿cierto?

—Deja de poner esa excusa para todo —masculló—. Nadie te la cree, por favor. ¡Eres Wade Sullivan! Nunca me rechazas.

—Vaya ego. No lo había notado aún —fruncí el ceño.

—¡Wade!

—¿Qué quieres que diga, Gwen? Simplemente no estoy de ánimos.

—Ese es el punto: lo estarás luego de que vengas conmigo, pero nunca te das la oportunidad. O a mí.

—No lo siento —me encogí de hombros.

—Es ella, ¿verdad? Ella se está metiendo en tu cabeza con sus estupideces.

—¿Ella quién?

—Audrey, imbécil. Tu adorada Repudiada.

—Acudí a una transición y casi la mato —comenté—. Así que no creo que sea tan adorada.

—¿Qué te detuvo, ah? —se cruzó de brazos.

—La ley.

—¡Por favor!

—Por mucho que quiera asesinar Repudiados, prefiero no perder mis alas —argumenté—. Además, para eso estará la guerra.

—No eres el Wade Sullivan que conozco y con el que me he acostado por mucho más de un milenio y medio. Ella te está cambiando, ¡no tienes que dejarla!

—Sólo déjalo, Gwen.

—¿Sabes qué? No lo haré —se puso de pie—. No dejaré que esa Repudiada asquerosa arruine tu vida.

Juego Celestial [Trilogía Trascendental #1]Where stories live. Discover now