28 | Audrey

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   Aquella noche no dormí absolutamente nada. Era de esperarse, de todas formas: en cuestión de horas mi vida podría acabarse, o en el mejor de los casos ser aplazada unos días más. No sabía qué era mejor, sin embargo.

   Solamente cuando Wade se apareció en mi habitación me di cuenta de que esto estaba siendo real; y casi me largaba a llorar y a resistirme a asistir a la prueba.

—Es hora —simplemente dijo.

   Asentí con la cabeza.

   Me di una ducha y me vestí con la ropa que él había traído consigo. Ropa de guerra, de combate real, con la que moriría seguramente.

   Até mi cabello en una coleta alta y di una gran bocanada de aire.

—Estoy lista —murmuré.

—Sé que sí —confirmó, dirigiéndome a través de la gran puerta de entrada del cuarto—. Tendrás que dar todo de ti, Audrey.

—O de lo contrario me matarás, lo sé.

—No sólo yo. Si imploras piedad... Yo no seré tu homicida, de eso se encargará el Examinador.

   Ni siquiera me molesté en preguntar qué era un Examinador.

—Así que, hagas lo que hagas —continuó—, no pidas clemencia. Prométeme que no lo harás bajo ninguna circunstancia, incluso aunque estés desangrándote en el suelo.

—De acuerdo, sí. No lo haré —si él me estaba advirtiendo sobre aquello, tal vez la muerte por misericordia debía ser diez veces peor que morir por golpes.

   Al entrar a la zona de entrenamiento, pude ver lo repleto que estaba el lugar. Miles y miles de Repudiados, todos vestidos iguales y con los que creía eran sus Rastreadores. La mitad de los humanos lloraba, la otra se mantenía seria o neutral. Yo no sabía a cuál pertenecer, dado que me encontraba de ambas formas interiormente.

   Distinguí entre la multitud a Nathan, y suspiré al ver un rostro conocido entre toda la situación.

—No te muevas de aquí —dijo Wade a mi lado—, tengo que rellenar cierto papeleo.

   Fue entonces cuando él le hizo una seña a su compañero para que viniera hacia nosotros y se encargara de mí como una maldita niñera.

   Nate no tardó en llegar.

—¿Puedo... pedirte algo? —pregunté al chico una vez que Wade se marchó— Si muero hoy, hagan lo que hagan con los cadáveres de los humanos, ¿podrías poner una fotografía de Cat sobre mi cuerpo? Y si está mi padre en ella, mejor. Tengo varias guardadas dentro de la funda de mi almohada, en el cuarto.

   Él parpadeó ante mi petición.

—Claro, pero, ¿no puede hacerlo Wade?

—Tú eres el ser más... humano de aquí que conozco —confesé—, no sé si Wade haría lo mismo por mí. ¿Puedes? Sé que suena como una estupidez, pero...

—No lo es —negó—, no es una estupidez. Entiendo tus razones; haré lo que pueda.

—Gracias.

   Me pregunté qué tipo de papeleo estaría haciendo Wade, por una extraña razón. Si era una raza sobrenatural, ¿qué era lo que estaba haciendo de verdad?

—Es un código —susurró Nathan a mi lado.

—¿Eh?

—"Papeleo", es un código cuando se trata de pruebas como esta.

Juego Celestial [Trilogía Trascendental #1]Onde histórias criam vida. Descubra agora