25 | Wade

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   Todo esto me estaba volviendo loco. De por sí Mackenzie me volvía loco, así que era de esperarse que la situación hiciera aquello.

   Habían establecido el día de la prueba para dentro de cuarenta y ocho horas, así que tuve que forzar a Audrey y llevarla hasta el límite del entrenamiento. Habría sido un desperdicio de mi tiempo si ella no la pasaba, literalmente hablando.

—¿Podemos parar? —ella dijo entre respiraciones— Estoy exhausta.

—¿Pedirás detenerte cuando estés combatiendo contra mí en la prueba, sólo porque estás cansada y quieres relajarte unos minutos? Puedes darte por muerta si la respuesta es afirmativa —contesté rudamente

—Es sólo entrenamiento, Wade. Por favor, sólo unos minutos.

—Por unos minutos pueden descalificarte, y por ende sentenciarte.

—¡Wade! —ella chilló inesperadamente— ¡Por favor! No llegaré al día de la prueba si no me dejas parar. Moriré aquí y ahora si no consigo agua pronto.

   Bufé desesperado. Necesitaba que Mackenzie fuera la mejor. Necesitaba que me venciera ese día, por muy loco que eso sonara.

—Espera aquí un segundo. Ahora vuelvo.

—Como si pudiera irme a algún lugar —puso sus manos en sus rodillas mientras recuperaba el aire.

   En menos de un segundo tuve dos botellas de agua en mis manos, y cuando me volví para ir hasta ella de nuevo, encontré a Gwen inclinada sobre Audrey.

   Joder.

   Mientras caminaba hacia ellas, logré escuchar un poco de lo que la primera le decía a la humana:

—... Como tu padre, no me extraña. Terminarás muerta en dos días, Mackenzie, ¿para qué postergar la situación? Puedes pedírmelo cuando quieras.

—Gwen —mascullé cuando me encontré allí. Negué con la cabeza cuando ella me miró con una de sus cejas rubias elevadas—, esta no es tu área.

—Allá son todos aburridos, Wade. Como tú, últimamente —suspiró. Le echó otro vistazo a Audrey, hizo una mueca y susurró otra respuesta—. Tienes que mantenerla vigilada... médicamente, quiero decir. Ya sabes, cosas genéticas.

   Puso una mano en mi hombro y se esfumó de allí.

—¿Audrey? —murmuré, poniendo una mano en su espalda— ¿Estás... bien?

—Sí. Sí, no es nada. En serio.

   Hubo un chillido en medio de las tres oraciones.

—Iremos a ver a Nate. Es experto con cosas médicas —anuncié.

   Rodeé la cintura de la humana con mis brazos y desaparecí en una nube negra. Había cientos de testigos en el salón, pero esta vez tenía una excusa: Audrey podría estar muriendo de verdad.

   Me aparecí en la enfermería. Pocas veces visitaba este lugar, sobre todo porque no podía importarme menos la salud de los Repudiados.

   Exceptuando a Audrey. La necesitaba viva.

   Nathan fue el primero que se percató de mi presencia, y luego avisó de un codazo a Graham, el doctor real dentro de todo esto.

—¿Qué le pasa? —preguntó Nathan.

—No lo sé. Comenzó a cansarse más rápido, Gwen dijo que podría ser algo hereditario de su familia, y cuando habló se oyó un chillido —aclaré.

—Ponla en la camilla —ordenó Graham—, ayúdala a mantenerla sentada.

   Odiaba que me dieran órdenes, pero tuve que evitar tener un ataque de nervios mientras ayudaba a Mackenzie. La tomé por la cintura e hice que dejara un brazo colgando de mis hombros por si se caía.

Juego Celestial [Trilogía Trascendental #1]Where stories live. Discover now