05 | Wade

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   La tienda de medicamentos estaba tan vacía como lo había previsto; ni siquiera un Repudiado sería lo bastante idiota como para considerar quedarse allí más de un día, y eso que su especie es bastante inútil.

   Se los concedía, sin embargo.

   Mientras revisaba el lugar junto a otros compañeros, fui específicamente a la sección de antibióticos detrás del mostrador y confirmé mi sospecha: no quedaba ninguno, y si había una caja estaba vacía. No obstante, también había píldoras esparcidas por el suelo sucio. A Audrey Mackenzie se le deben haber caído del nerviosismo y miedo a que la hallaran.

   Tomé una y comencé el proceso de análisis, el cual me reveló el lugar que había estado habitando hasta aquel momento donde las pastillas tocaron el suelo luego de que se impregnaron su ADN.

—¡Ya tengo algo! —exclamé.

—¡También nosotros! —dijo otro en respuesta, desde la entrada principal.

   Caminé hasta ellos, esperando a ver los resultados de sus búsquedas por toda la tienda. Nathan y otro chico, que creo que se llamaba Erik, se encontraban escribiendo unos datos en papel blanco.

—¿Qué encontraste? —le pregunté a Nathan.

—¿Ves eso de allí? —señaló a la puerta— La cerradura está hecha pedazos, a causa del impacto de una bala bastante potente.

   En efecto, tenía razón. Pero eso tampoco probaba nada.

—El daño puede haberse causado en las revueltas de los Repudiados al comienzo de la Invasión. Además, con todos los desastres naturales que han ocurrido desde entonces es bastante evidente que la cerradura rota es consecuencia de algo similar —contesté.

—Pensé en eso, pero luego noté que en el marco de la puerta se encontraba el ADN de Mackenzie; muy cerca del agujero, el cual es reciente. La bala cruzó por el cristal de la puerta y se estrelló contra aquel árbol de allá —señaló a las afueras.

   Alcé la cabeza para ver fuera de la tienda. Había una chica junto a aquel árbol viejo, examinándolo. No sabía su nombre en absoluto, así que no me molestaré tampoco en dar una descripción de cómo lucía. No interesaba ahora, tenía que hacer mi trabajo y concentrarme al cien por ciento.

   No me molesté en perder el tiempo esperando a que ella regrese adentro con resultados. Me dirigí hacia ella de una vez, con Nathan pisándome los talones.

—¿Qué tienes? —le pregunté directamente.

—La corteza de este árbol está totalmente carbonizada. Ningún tipo de pistola humana pudo haber provocado tal daño, no son tan listos como para crear una —respondió ella paciente, con voz suave—. Quizá hubo un ataque y la Repudiada salió corriendo como la cobarde que es.

—No lo creo —negué automáticamente. Si ha logrado sobrevivir hasta ahora, cuando quedan escasos supervivientes en todo el planeta, debe ser todo menos cobarde.

   Coloqué una de mis manos sobre la corteza quemada y justo en el centro, donde la bala había afectado al árbol. Traté de concentrarme en encontrar a Audrey Mackenzie, en buscar indicios que me dijeran para dónde había ido luego de salir de la tienda de medicamentos.

   Y entonces percibí una imagen. No muy clara, porque esto realmente era una habilidad difícil de adquirir, pero lo suficiente como para percatarme de una cabellera roja detrás del mismo árbol que yo estaba tocando.

   La veía a ella desde una distancia corta. Es como si la tuviera en frente, atemorizada, pero con agallas de hacer lo necesario para sobrevivir. Para llevarle la medicina a su padre enfermo.

   Su cabellera rojiza le caía sobre todo el rostro, sus ojos verdes enormes miraban en dirección a la tienda, esperando a algo. Entonces, un tiempo después, dio media vuelta.

   La imagen se volvió borrosa, pero me obligué a mí mismo a centrarme y no dejar que ninguna distracción en el mundo real obtuviera mi atención. Necesitaba saber adónde se había ido.

   Me percaté de un movimiento inseguro en su cuerpo a la hora de caminar. Como si no supiera en qué dirección ir.

   Vamos, dime dónde estás.

   Audrey Mackenzie frunció el ceño y exhaló despacio. Pateó algunas hojas secas del suelo. Corrió un par de metros hacia la derecha, y después dio un salto grande hacia la izquierda. Tenía una leve sospecha de lo que estaba intentando hacer: engañarnos para dirigirnos a una dirección errónea mientras ella cubría el rastro real.

   Y en efecto, así lo hizo: cubrió sus huellas con más hojas caídas del árbol durante unos minutos y luego, la visión se desvaneció.

   La voz de Nathan irrumpió en mi cabeza.

—¿Qué viste, Wade?

—Sé adónde se dirigió —respondí, a secas. Después de todo, era su Rastreador.

—Nosotros también —asintió la chica—, para allá.

   Error, estaba señalando a su derecha.

—No —mascullé—, eso es una trampa. Fue bastante inteligente. El verdadero rastro es hacia la izquierda; lo vi.

   La muchacha frunció el ceño, como si se hubiera ofendido por mi comentario, pero no podría importarme menos. Estaba haciendo lo que debía hacer, y eso de ser un idiota con todos también funcionaba. Así no estorbaban luego.

   De igual modo, ya tenía un destino

Juego Celestial [Trilogía Trascendental #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora