34 | Audrey

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   Sabía la razón del por qué Wade se tomaba sus distancias y su tiempo conmigo: sus iniciales eran B.S.

   Ya habíamos pasado por este tipo de cosas, él enviando a Nathan para traerme la cena y semejantes, pero no podía negar que me irritaba. Comprendía sus motivos, pero me fastidiaba como si fuera su culpa. Cosa que, analizándolo lógicamente, era. Todos ellos eran culpables de haber provocado la Invasión desde el principio.

   Nate me había advertido que la guerra estaba más cerca de lo que creían. Nos quedaban dos semanas aproximadas, antes de que todo el mundo se vaya a la mierda y fuera un baño de sangre.

—¿Cómo pueden establecer un día específico para pelear? ¿No se supone que una guerra comienza cuando uno de los dos bandos ataca primero, sin aviso previo? —había preguntado.

—Yo tampoco lo entiendo, son reglas antiguas, pero lo que sí sé es que una vez que los astros se alinean y hay luna llena al mismo tiempo... La guerra empieza definitivamente.

—¿Es decir que tienen un astrólogo que se ocupa de aquello? Diría que es genial, pero eso involucra un genocidio masivo.

   No sabía que los seres sobrenaturales podían ser tan organizados a la hora de matarse entre ellos o dirigir una guerra.

   Wade sólo vino por sí mismo una vez en aquella semana. Era extraño, porque Nathan siempre me lo avisaba desde temprano.

   La nube negra tomó forma de humano y entonces Wade estaba de pie frente a mi cama, mirando todo a su alrededor.

—Eh, ¿hola? —subí la mirada de mi libro y elevé una ceja hacia él.

   Wade me miró fijo, sin expresión alguna en la cara, y minutos luego me devolvió el saludo:

—Hola.

—¿Te... pasa algo?

—Para nada.

   ¿No iba a decir nada más que aquello?

—Okey, ¿pero estás seguro?

—Totalmente.

   De acuerdo, si tenía que contar, habían pasado cinco minutos y sólo me había dirigido cuatro palabras.

   Algo no andaba bien, generalmente no era así de brusco.

   Volví la vista al libro, en realidad simulando que leía mientras prestaba atención al comportamiento de mi Rastreador. Oí cómo toqueteaba algunas cosas de la habitación, y entonces se dirigió al baño.

   No entendía una mierda de lo que sucedía.

   Apenas podía concentrarme en las palabras del libro después de verlo actuar así de... ¿distraído, perdido? No lo sé.

—¿A-Audrey? —escuché que llamaba desde el baño. Me dispuse a ir hasta allá y ver qué quería, pero entonces él volvió al cuarto— Sé que quieres hablar de algo que te intriga.

—¿Ah? —arqueé una ceja.

—La puerta de acero de tu baño.

   Fruncí el ceño.

—Quieres saber qué hay detrás, ¿verdad? Sólo tienes que decirme qué escuchas al otro lado.

—Dijiste que no hablaríamos del tema —me crucé de brazos.

—Ya sabes cómo soy, Mackenzie. Digo cosas y no las cumplo, como siempre. En realidad, soy un idiota, pero estoy seguro de que ya lo sabes, como todos aquí.

   Algo no estaba cuadrando: Wade nunca se había dicho a sí mismo idiota, no al menos en voz alta que yo supiera.

—¿Te sientes bien? ¿Pueden los demonios enfermarse? —puse mis manos en sus hombros y él se sacudió al instante, como si repeliera el toque.

—Necesito que me recuerdes tu prueba, ¿puedes? Debo hacerle un informe a Smythe, y no tengo la memoria fresca —hizo caso omiso a mi pregunta.

—Te derroté, punto final. ¿Qué más quiere ese estúpido hijo de perra? Ya pasé la prueba, ¿qué otra cosa quiere?

—No lo sé, no estoy al tanto de eso. Son órdenes que me vienen, y por mucho que me disguste (y lo hace), debo cumplirlas.

—Por supuesto, olvidé que eres un chico malo que rompe toda regla que ve —rodé los ojos—. Tú eres el Rastreador, ¿no? Se supone que tú deberías saber qué pasó en la prueba.

—¿Puedo... Meterme en tu cabeza para rebuscar ese momento?

   Parpadeé.

—Uhm... Espérame un minuto, tengo que... Ya sabes, el período —me paré de la cama y corrí a encerrarme al baño sin esperar una respuesta de su parte.

   Una vez que estuve allí y cerré la puerta, tomé una bocanada de aire. No sabía qué estaba pasando allá en el cuarto, pero Wade no era Wade. Él nunca habría sacado el tema de la puerta una vez que me hizo "prometerle" que no insistiría en ello, nunca habría vacilado en decir mi nombre y nunca preguntaría sobre leerme el pensamiento como aquella vez, simplemente lo haría.

   Traté de calmar mi respiración. Wade, o quien decía serlo, no podía verme alterada si quería ver qué quería conseguir de mí.

—¿Mackenzie? —golpeó sus nudillos contra la puerta— ¿Te encuentras bien? No creo que una chica tarde tanto en hacer lo que estás haciendo.

   Comencé a pensar en Cat para tranquilizar a mi corazón desenfrenado.

—Sí, eh... Ya salgo.

   Tranquila, Audrey, sea quien sea ese podrás vencerlo... De alguna manera humanamente posible.

—No me gustaría entrar allí a sacarte por la fuerza —se rió, como si fuera una broma privada.

   Suspiré una última vez antes de tomar el cerrojo con mi mano y tirar de la puerta. Este momento definiría si era capaz de ser una actriz reconocida o morir en el intento... literalmente hablando.

Juego Celestial [Trilogía Trascendental #1]Where stories live. Discover now