08 | Audrey

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   No sabía a dónde iría ahora. En realidad, nunca lo he sabido. Pero de lo que sí era consciente es que no podía quedarme demasiado tiempo en un lugar. De hecho, ya alguien me había encontrado, y eso no era bueno. Ni siquiera si era otro superviviente como yo; no podía estar segura de nada.

   Xavier había mostrado indicios de querer protegerse, mostró amabilidad incluso mientras le seguía apuntando con la pistola. Y yo lo había rechazado al momento sin pensármelo dos veces. Hubo una mínima de segundo que me arrepentí de haberlo hecho, pero después pensé en mi padre y en Cat. ¿Qué habría pasado si ella siguiera con vida a mi lado, o si a mi padre no se lo hubieran llevado, y hubiera aceptado la ayuda de Xavier? Las posibilidades más certeras eran acabar muerto de alguna forma. No importara el tiempo que llevara porque, aunque estuvieras en el campo de juego de algunas de las dos mitades, al final morirías a manos de alguien más.

   Caminaba sobre las hojas secas, paranoica de que hicieran demasiado ruido y que alguien me captara. Me movía con cautela, en el silencio más terrorífico que alguna vez había oído. Mis ojos volaban de un lado a otro, percibiendo si había peligro cerca. Tenía mi mano derecha sobre la cinturilla de mi pantalón, donde guardaba mi arma. Y no dudaba ahora, a cualquier cosa que se me presentara en frente, le dispararía sin pensármelo. Aún si fuese Xavier.



   Llegué hacia un acantilado después de tanto caminar. Perfecto, cientos de kilómetros para simplemente cometer un suicidio. No era lo que pretendía; al menos no hoy.

   Quería gritar. Gritar de frustración y de enfado, de impotencia y de tristeza. Quería gritar porque asesinaron a mi hermana, porque firmaron la sentencia de muerte de mi padre, y porque me había convertido en una fugitiva para sobrevivir. Porque aparentemente me había quedado huérfana y sola, porque mi madre nos había dejado cuando nació Catherine. Quería gritarles a los que sean que nos estuvieran atacando ahora mismo, a los que nos querían bajo su merced para hacer lo que desearan, vaya a saber el destino qué eran, quería maldecirlos, insultarlos, asesinarlos. Quería que toda su raza se extinguiera de alguna forma rápida y fácil para no causar más daño.

   Me acerqué al borde del acantilado. No planeaba saltar, por supuesto que no, pero quería simplemente ver...

—¿Qué intentas?

   Me volteé al momento, sacando mi arma y poniendo un dedo en el gatillo. A un segundo de disparar, él dijo:

—Creo que esto se está volviendo repetitivo —Xavier sonrió. Apunté a su pierna y jalé sin ninguna culpa. La bala salió por el cañón e hizo su recorrido hacia la pierna izquierda del chico, golpeando con el pantalón que vestía. Sin embargo, jamás penetró; sencillamente quedó flotando en el aire, como si se hubiera detenido justo a tiempo. Puse los ojos en blanco mientras Xavier suspiraba—. Ustedes, los Repudiados, nunca aprenden que las armas humanas no detienen a ninguna especie sobrenatural. ¿No has visto películas? ¿Series televisivas que les enseñaran? ¿Jamás?

   El pánico comenzó a entrarme.

—¡Dijiste que no eras uno de ellos! —grité.

—Y no lo soy. No pertenezco al grupo peculiar pero estúpido de los Cola Puntiaguda. Ah, no, soy mejor que eso.

—¡¿QUÉ ERES?! —grité, sintiendo el pinchazo de las lágrimas aterrorizadas en mis ojos— ¡¿QUÉ DEMONIOS ERES?!

—Exactamente lo contrario a eso —respondió Xavier, avanzando demasiado rápido como para detenerlo—. Al comienzo traté de pedírtelo bien, pero eres muy terca, Audrey Mackenzie.

—N-no me llamo así. Te dije q-que mi nombre era...

—Cat, sí, en honor a tu hermana muerta. Me pareció muy tierno en el momento —sonrió como desquiciado—. Pero es momento de que vengas conmigo. Vamos.

—¡No iré a ninguna parte contigo!

—No tienes opción, Mackenzie.

   Claro que sí. Claro que la tenía, siempre la tuve: la opción dos.

   Inhalé profundo y me di media vuelta antes de poder preverlo. Escuché los gritos de Xavier mezclándose con el sonido del viento mientras caía por el precipicio hacia el vacío, hacia mi muerte.

Cat... papá...

   Pero entonces sentí algo que chocaba contra mí. No fue el impacto de mi cuerpo contra el agua, algo me había detenido antes de chocar. Algo más suave me agarraba entre sus brazos, algo mucho más tranquilizador. Y no estaba segura si había empeorado las cosas o no. 

Juego Celestial [Trilogía Trascendental #1]Where stories live. Discover now