— Gracias, mi amor. Yo te quiero muchísimo más —

— Feliz día, mi vida — Andrew me susurra y finge tirarme un beso con sus labios. Mathew aún está abrazado a mi. — Hey campeón, ¿qué te parece si vamos a prepararle un súper desayuno a mamá? — le habla a nuestro pequeño, y éste asiente de inmediato, saliendo de la cama y corriendo hacia la cocina, sin esperar a su padre.

— Gracias, bebé. Te amo — tomo la mano de mi esposo antes que salga de la cama, y lo acerco a mi, para besar sus labios.

— Yo a ti, preciosa — es lo último que dice antes de salir de la habitación.

Me recuesto en la cama otra vez, tomo mi celular y reviso mis redes sociales.

Papá me ha enviado un mensaje felicitándome por el día de la madre.

Entro a Instagram y veo que Andrew me ha etiquetado hace casi una hora, en una hermosa foto, que hace que mis ojos se humedezcan un poco, pero por felicidad.

En la foto estamos Mathew y yo. Es de hace un mes, cuando salíamos de un súper. Mathew y yo estábamos jugueteando mientras Andrew guardaba las compras, pero desprevenidamente éste nos tomó una foto.

— ¡Amor, ven aquí! — escucho la voz de mi esposo, llamándome desde el comedor

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— ¡Amor, ven aquí! — escucho la voz de mi esposo, llamándome desde el comedor.

Me coloco mi bata de pijama y camino hacia ellos.

Abro mis ojos como platos cuando veo el GRAN desayuno que me han preparado. Seguramente ya lo tenían planeado, porque no es posible que hayan hecho tanta comida en tan solo media hora. Y con el hambre que tengo en estos momentos, es el mejor regalo del mundo.

(...)

— ¿Te gustó todo, ma? — pregunta Mathew, sentándose con cuidado, en mi regazo.

— Estaba todo riquísimo, mi amor — le contesto, revolviendo su cabello.

— Se nota, porque no has dejado ni las migas — bromea Andy, y lo pateo por debajo de la mesa. — De todas formas ese no es su único regalo, ¿no es así, Math? — comenta y nuestro hijo sale de mi regazo.

Toma una bolsa que estaba escondida detrás del sofá y me la entrega con rapidez. Andrew se pone de pie, para tomar nuestra laptop y colocarla frente a mi, en la mesa del comedor.

Dentro de la bolsa hay un cd, el cual supongo debo colocar en la computadora, así que lo hago y algo comienza a reproducirse, mostrándome los rostros que más amo; el de Andrew y el de Mathew.

— "¡Hola mamá!" — dice mi pequeño, saludando con la mano.

— "Hola mi vida" — ahora es Andy el que habla.

LA HIJA DE JEFFREY |Andrew Lincoln| TERMINADAWhere stories live. Discover now