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Skylar fue la primera en tomar asiento. Elijah se sentó a su lado y Klaus junto a Dianne para forzarla a hablar de llegar a ser necesario.

—Yo era muy pequeña, solo tenía quince años...

—Al grano, bruja. —Habló Rebekah, quien se cambió de lugar para estar junto a su amiga.

—Tenía quince años, mi familia era líder del aquelarre. Vivíamos en paz en una aldea a las afueras de Marsella. Había paz hasta que mi hermano apareció muerto, un lobo lo había asesinado... Después una mujer de veinte años apareció muerta, un vampiro bebió de ella. Y entonces atacaron mortalmente: una pareja de vampiros y una de lobos atacaron, de doscientas personas en la aldea solo quedamos cincuenta: diez mujeres, cinco hombres y treinta y cinco menores de dieciséis, yo incluida.

—Eran brujos, ¿Por qué no se defendieron? —Habló Marcel.

—Padre creía que vivir en paz significaba no usar magia, así que solo mi familia tenía acceso. Cada vez que había un nacimiento no perteneciente a los líderes mi madre le quitaba los poderes. La protección de todo el aquelarre dependía de mis padres.

—Manada de inútiles. —Dijo Kol.

—Par de idiotas. —Dijo Skylar. Todos la voltearon a ver y después a Dianne esperando que se ofendiera, pero solo rió asintiendo.

—Tienes razón, niña. Si todos hubieran tenido poderes hubiéramos sobrevivido. —Su sonrisa se borró y continuó. —Pero mi padre era testarudo, en lugar de cambiar las reglas prefirió defender a los sobrevivientes de una forma estúpida: quería un ejército.

—¿Ejército? —Preguntó Klaus finalmente mostrando interés.

—Gente fuerte, rápidos, ágiles, que pudieran resistirse al control mental no solo de los vampiros, que sus cabezas fueran un lugar seguro. —Elijah vio a Skylar, pero ella estaba viendo a Dianne. —Creó un brebaje, que tenía el color de la noche y se lo dio a beber a diez de los niños sobrevivientes, según oí el sabor era horrible, pero él no los dejaba vomitar. Todos murieron en menos de un día, no fue lindo. —Skylar hizo una mueca de disgusto. —Hizo otra y fue tres veces peor el sabor, hay quienes dijeron que tragaron el fuego del infierno, que el diablo les estaba dando de comer, que preferían la muerte a seguir bebiendo... ¿Niña, estas bien?

Todos vieron a Skylar sin entender las arcadas que tenía. El sabor de aquel menjurje negro llegó a su boca, el olor también lo hizo y no lo soportó más. Salió corriendo a vomitar, seguida de cerca por Elijah.

—¿Pedacito de cielo, estas bien? —Elijah la veía inclinada vomitando algo transparente en el retrete. Sabia sufiente de anatomía humana como para saber que era ácido estomacal, ¿Realmente no había comido nada en todo el día?

—Si... Solo... Recordé. —Se puso de pie, se enjuago la boca con agua aun haciendo muecas por el ardor que sentía en la garganta y la boca del estómago.

—No tienes que oír más... Yo te puedo contar mañana.

—No... Quiero oír, por favor. —Le dio un beso en la mejilla y tomados de la mano volvieron a su asiento junto a Bekah. Nadie preguntó el repentino malestar pues sabían que Sky estuvo en el hospital gran parte del día.

—Bien, el olor y el sabor eran terribles. —Volvió a contar Dianne. —Pero mi padre se obsesionó, se lo dio a diez niños más. Todos vivieron más de un día, convulsionando, vomitando incluso sangre, gritando de dolor, siete de esos niños murieron en agonía al segundo día. —Elijah sintió un fuerte apretón en su brazo, era Skylar. —Los otros tres lo lograron, pero cambiaron demasiado. Los ojos verdes de uno se tornaron negros, lo marrones pasaron a ser amarillos. Los ojos azules se volvieron verdes, como los de esa niña. —Dianne señaló a Skylar, ella se encogió en el asiento tratando de esconderse.

Distraction {Elijah Mikaelson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora