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Corría por el bosque y quien la viera podría considerarla una maniática, tal vez lo era porque corría sin rumbo fijo, no tenía un lugar seguro al cual llegar, su santuario también estaba plagado, incluso ahí habían logrado entrar de alguna manera.

Estaba sola.

«Eres una idiota.» Le recordaba su mente, incapaz de darle un descanso.

Merecía ser golpeada por lo que había hecho.

«Lo arruinaste todo. Tantos años perdidos en cuestión de semanas.» Había obrado mal

Merecía un castigo y era consciente de aquello, pero ¿Qué podría castigarla lo suficiente? ¿Qué aliviaría la carga? Le habían enseñado que una mala acción, o en este caso una estupidez, por pequeña que fuera necesitaba un correctivo.

Pero ya no había alguien que se lo aplicara.

La gente normal sufría al correr mucho, sentían que sus pulmones clamaban por el aire que no tenían, que el corazón se les saldría del pecho y los pies les quemaban, sin embargo, ella ya estaba a la mitad del gigante bosque y ni siquiera sudaba. La única prueba de lo que había hecho estaba en las hojas verdes atrapadas entre sus rojizos cabellos.

Suplicaba sufrir un poco para obtener alivio, imploraba aquel dolor muscular que no sentía desde hacía años y así ser perdonada, rogaba por repararse y romperse de nuevo para darse un castigo.

Necesitaba lastimarse o correría de vuelta a él.

—¿Qué haces aquí? —Se detuvo en seco y giró hacia la voz misteriosa. Entre la oscuridad nocturna no debería verse algo, pero ella era diferente y notó una figura entre las sombras.

—Nada importante. —Resulta que si había otra prueba de lo mucho que había corrido y era su voz agitada.

La figura se movió entre la penumbra, pero no salió de esta. El hombre creía que la oscuridad lo protegía, era obvio que no sabía frente a quien estaba.

—Este lugar es muy peligroso.

—¿Qué haces aquí entonces? —Respondió ella restando importancia.

Ya conocía el bosque hasta un punto en que podría salir de él con los ojos vendados, también estaba el hecho de que conocía a los seres de la noche y nada podía asustarla.

—Aquí vivo. —Sacó de su bolsillo un pequeño cilindro blanco envuelto con papel: cigarrillo, después lo entendió con un encendedor color violeta. —¿Fumas?

—No. —Las palabras que tanto había oído resonaron en su cabeza: "Fumar arruina los pulmones y no puedes respirar, si no puedes respirar no puedes correr bien, si no puedes correr de forma correcta te atraparán y si te atrapan ya sabes tú final" —¿Fumar duele?

Su hermano tenía razón en preocuparse, tenía un problema de masoquismo.

—Solo al principio. —El hombre le dio una calada al cigarrillo, pareció contener la respiración un momento y después expulsó el humo por la nariz igual que los toros en las caricaturas.

«Es un buen castigo. No seas estúpida, no te golpees, solo castígate como la gente normal.»

Ahí estaba, no tenía un problema, podía controlarse. Logan estaría orgulloso de su progreso.

—¿Tienes otro? —No vaciló en tenderle la mano al desconocido, exigiendo su cilindro asesino.

—Claro, linda. —"Linda", normalmente le decían ese apodo en forma sucia, la cual avivaba su rabia antes de encajar el arma en la espalda del contrario, pero él se lo dijo de un modo dulce, solo denotando que era mucho mayor que ella, pero sin perder el respeto.

Distraction {Elijah Mikaelson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora