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—Sigo creyendo que esto es una mala idea. —Mencionó Elijah por cuarta vez en la mañana.

—Falté la semana pasada. Voy a ir, así que no pelees conmigo porque perderás. —La voz de Sky aun sonaba áspera y seca.

—Pero sigue siendo mala idea, aun tienes fiebre. —Elijah no podía evitar estar preocupado por su novia y con justa razón tomando en cuenta que la fiebre llevaba varios días sin desaparecer.

—Adiós, cariño. —Le dio un beso y salió de la enorme casa mientras Elijah la veía con preocupación.

—Estará bien, tío Elijah. —Hope trató de calmarlo. Él le dedicó una sonrisa a la pequeña que aún estaba en pijama.

—Eso espero...

Skylar prometió tomar un taxi, pero no lo hizo, tenía ansiedad, dolor de cabeza, se sentía acorralada y con ganas de correr. Justamente eso fue lo que hizo: corrió por toda la ciudad hasta llegar al campus, sin importar el sol, sin importar la horrible fiebre de 38 grados, estaba inquieta y Elijah lo notó, según sus palabras "me pateaste toda la noche, Pedacito de cielo".

Cuarenta y cinco minutos después llegó a su encuentro con Fiorella y James, sudando, temblando y sin preguntar quitó la botella de agua que tenía Fiorella en sus manos y la bebió en menos de un minuto.

—Luces terrible. —James colocó su mano en el hombro de Sky y de inmediato la quitó. —Niña, estas hirviendo.

—No es nada. —Su voz sonó aun peor de lo que estaba antes de salir.

—No debiste venir, estas demasiado enferma. —Dijo Fiorella.

—¡Nadie me da órdenes! —Gritó, tan fuerte que todos voltearon a ver. Haciendo muecas y soltando gruñidos, sujetando el bolso lleno de libros corrió hacia el salón de su primera y única clase del día.

Dos horas después, un llamado de atención por levantar la voz y agresión verbal y varias peleas con sus compañeros, Skylar estaba fuera del salón rumbo al gimnasio para recuperar todo el ejercicio que no hizo la semana pasada, además de tratar de sacar toda la ira que tenía dentro, ira que no sabía por qué tenía.

Después de cambiarse a la ropa deportiva, antes de entrar al gimnasio compró una caja de cigarrillos y fumó cuatro de ellos, uno tras otro mientras movía el pie. Su TIC en el ojo había vuelto y con creces por una ansiedad que no sabía de donde provenía.

Sacó del bolso varias pastillas para el dolor y se las llevó a la boca para tragarlas con el agua de la botella que era de Fiorella. Ya la había llenado más de tres veces en solo dos horas y media, por ende, había orinado cerca de cinco veces en ese tiempo.

Entró finalmente al lugar, sudando como si hubiera corrido una maratón. Se quitó el bolso de encima y fue a calentar. Los entrenadores la conocían bastante bien así que por eso no le ofrecían ayuda, aunque debieron, porque parecía una bomba de tiempo.

Media hora de calentamiento y lucía aun peor de ser posible: todo el rostro lo tenía rojo, el cabello estaba húmedo y goteando de transpiración, el TIC en el ojo se puso peor, como si lo tuviera cerrado. Se sentía peor de lo que se veía, el dolor de cabeza estaba por matarla, sentía una presión extraña en el estómago causada por ansiedad que no lograba sacar, estaba ardiendo en fiebre que no hacía más que empeorar por el esfuerzo físico y cada parte del cuerpo le dolía. 

Nunca le había pasado algo así.

Por lo menos ya no estaba molesta con cada ser humano que respiraba. Le gritó a tres chicas solo por tocarla o preguntar dónde estaban las duchas.

Fue al área de boxeo, se dirigió a uno de los sacos colgantes y comenzó a golpear uno con todas las fuerzas posibles, como si todos los dolores y fatigas fueran a irse en cada colisión.

Distraction {Elijah Mikaelson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora