01 💜 No estaba planeado.

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El brillo de su sonrisa

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Podría este considerarse como uno de los días más cálidos que el invierno tenía planeado darle a la gente de esa ajetreada ciudad, y aun así, seguía dando seguidillas de escalofríos a todo aquel que se atreviese a salir sin al menos tres capas de ropa encima, menos a cierta chica, quien solo llevaba dos prendas de ropa.

Balanceaba los pies de arriba hacia abajo, recargando su rostro entre sus brazos; recostada en el suelo del tejado de un edificio comercial ella posaba su mirada en alguien al interior el callejón ¿Será que es como yo? ¡Oh, debería invitarlo a quedarse!... Pero siempre tiene para darles algo, tal vez no lo es... que envidia, le cae bien a los gatitos, pensaba ella.

Llevaba cerca de dos semanas escabulléndose al tejado de ese edificio para poder observar al peculiar chiquillo, aquel que frecuentaba el callejón para alimentar a los felinos y pasar tiempo de calidad con ellos, como prefirió llamarlo. Lo había notado mientras se paseaba por las grandes calles en busca de algo para comer, había entrado a varios callejones sin tener éxito y esa tampoco haba sido la excepción, pero al menos encontró algo con lo que distraer a su estómago por unas horas.

El chico siempre estaba rodeado de varios mininos y ambos lados se veían cómodos con ello, esto fue lo que más le llamo la atención a la chica y una de las razones por las cuales decidió observarlo;los felinos parecían no tenerle mucha estima y que decir sobre las personas, quería descubrir su secreto para cambiar eso, pero al parecer el encanto recaía en traer comida, comida que no tenía. Otras dudas llegaban a su cabeza cada que lo veía, no tenía cara de asistir al instituto y tampoco de tener trabajo, sin embargo siempre llegaba con comida y unos pocos platos para alimentar a sus queridos amigos, se preguntaba de dónde sacaba el dinero para mantener esa rutina, pues si había un método poco ortodoxo para conseguir dinero y lograr mantenerse uno mismo y a animales callejeros, ella quería saberlo.

—¿Y si mejor le hablas y dejas de espiarlo? —sugirió su subconsciente, aquella voz que siempre había estado ahí para ella.

Balanceó su brazo por la orilla del edificio dándole la espalda al callejón, recostándose en el concreto.

—No creo que sea buena idea —respondió en voz alta, suspiró mirando el cielo templado—, Además no se ve muy amigable, su cara me dice "si te acercas te mato" —añadió simulando voz de hombre.

—¿Aunque sea para saber su nombre?

Apretó los labios, el chico por alguna extraña razón se le hacía muy semejante a un gato, demasiado a su parecer, su imaginación se entretenía lanzando deliberadamente diferentes finales en los que no terminaba para nada bien si se acercaba a él.

—Yo opino... que es mejor mirarlo de lejos, ¿qué pasa si se transforma de nuevo en un "gatonoide" y nos lastima? No gracias, que miedo —habló moviendo sus dedos.

—Tienes medio punto —segundó la voz.

—¿Por qué no uno entero? —se quejó haciendo un puchero.

La puerta metálica que daba al tejado se abrió en un estruendo, mostrando a un hombre entrando a la edad del viagra con un bastón policial en mano, sus kilos extra llegaron segundos después logrando distraerla y quitarle valiosos segundos de ventaja en su huida.

—¡Otra vez tú, escuintla! —gritó amenazante ondeando el bastón.

La chica se levantó del suelo lo más rápido que pudo y se colgó de la orilla del edificio dándole una breve mirada al suelo, tenía que buscar donde aterrizar si no quería romperse una pierna como uno de los niños del barrio.

—¡Tengo 21 años, baboso! —reclamó de vuelta antes de bajar por una tubería, aterrizó sobre el bote basura y bajó al piso de un salto, miró hacia arriba esperando ver al viejo ondeando su bastón como frecuentemente pasaba, pero tal parece que esta no era una de esas—. Genial —celebró nivelando la mirada para luego sentir como se le formaba un nudo en la garganta.

Había invadido sin autorización el territorio que todos los mininos consideraban suyo, apareciendo desde el cielo en medio de gritos perturbando su hora de la comida, o eso le decía las imponentes y fieras miradas sobre ella, incluyendo al chico que tanto tiempo lleva observando; los felinos a su alrededor no se veían para nada amistosos; con el vello erizado y gruñidos en su dirección, desvió la mirada al suelo evitando hacer contacto con la intensa mirada del chico sobre su figura.

¿Que estas esperando?, ¿una invitación? Ese viejo pude venir,  ¡corre! —exclamó su subconsciente.

—Rayos, es verdad.

Volvió la mirada al frente y dio un paso hacia atrás, no quería darle la espalda, creía firmemente estar siendo asechada, no sabía qué pasaría si hacía un movimiento brusco y no quería averiguarlo. Sintió el sudor frío bajar por su nuca y sonrió tensa ante la idea de que todos los mininos presentes la persiguieran, dio otro paso y se giró para salir corriendo.

Cuando vio el lejano brillo de la calle al final de callejón un maullido de los más pequeños que había escuchado la detuvo, abajo suyo había un pequeño minino blanco que temblaba del miedo sin saber para donde moverse, se agachó con el brazo estirado en su dirección pero lo único que quería el minino era una vía de escape, al ver como la mano de la extraña se le acercaba cada vez más corrió hacia el chico en la oscuridad del callejón, tambaleándose de un lado a otro en busca de protección. Lo siguió con la mirada y al ver cómo era recibido por el aterrador ejército de felinos suspiró con pesadez, los gatos definitivamente no la quieren cerca.

—¡Lo siento! —gritó largándose a correr, saliendo al fin del callejón.

Las 2 Colas Del Gato Perdido「Ichimatsu x Lectora」Where stories live. Discover now