32: Capitulo final

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Carrie

Despierto de un grito, toco mi cuerpo por todas partes, mi rostro, solo para asegurarme de que estaba viva, confirmándolo cuando llevé mi mano al lugar donde me habían disparado, ahora, solo tenía una cicatriz. Segundos después me percaté de que me encontraba en una cama de hospital, con una bata azul puesta, y cables conectados al cuerpo.

Por la puerta entra un Dylan demasiado asustado, con una ropa diferente a la que traía esta mañana, y una barba algo crecida.

—Despertaste... —dijo—, por fin.

— ¿A qué te refieres con por fin? —pregunté.

Corrió hasta un lado de la cama, solo para darme un fuerte abrazo, dejándome perpleja al principio, pero luego lo parte.

— ¡No me vuelvas a abrazar! Aun te sigo odiando.

—Perdón, hace tres semanas que esperamos que despertaras.

—Tres semanas, pero sí... —dije, recordando lo sucedido en la calle principal—, no, ¡no! ¡Tengo que irme ahora, debo buscarlo!

— ¡Carrie, estuviste muerta por diez minutos! —Espetó, sacudiéndome de los hombros—, no saben si tienes algún tipo de daño cerebral, cardiaco, o lo que sea. Debes quedarte hasta que te realicen análisis.

Me derrumbé a los pies de Dylan, rompiendo en llanto, mientras unas enfermeras se acercaban hasta nosotros.

— ¡Dylan... perdí a mi bebe! —dije, volviendo a mi yo más joven, a la chica que perdió a su verdadero bebe en este mismo hospital.

—Sí —contestó—, lo perdiste, pero yo estoy aquí.

Sentí un pinchazo en el cuello, estaba segura de que era alguna clase de anestesia. Mi tristeza, era tal, que necesitaba algo que me hiciera feliz por un segundo, y ver a Dylan abrazándome me hiso darme cuenta del gran error que cometí al odiarlo; acercó mis labios a los suyos, besándolo en lo que el sedante hacía efecto, pero fue tan rápido que antes de darme cuenta, ya estaba inconsciente.

Abro los ojos una y otra vez, sigo en la habitación del hospital, con la bata, con aquellos cables que monitoreaban mis signos conectados a mi cuerpo, me senté lentamente, sintiendo un leve mareo. Unos pasos se escucharon fuera de la habitación, seguramente una enfermera que venía hacia esta habitación, pero su sombra pasó de largo; debía irme de este hospital, debía volver a mi casa, intentar buscar a Drake, aunque hubiese hecho lo que hice para que se salvara, no podía dejar a mi bebe solo, jamás sobreviviría sin mi ayuda.

Debajo de la cama, había ropa mía, estaba limpia y seguramente llevaba aquí varios días. Me vestí rápidamente, dejándome la blusa sin abrochar, para quitarme los cables a lo último sin accionar la alarma del código rojo; me quité los cables, y la alarma comenzó a sonar mientras salía rápidamente de mi habitación, y corría hacia el estacionamiento a toda velocidad, abrochándome la blusa en el acto. Afuera, me encontré con montones de autos estacionados, de entre los cuales reconocí el de Dylan, un Mercedes de color plateado. Él era tan predecible, que seguramente seguía dejando una llave de repuesto pegada en el interior de alguna de las salpicaderas. Después de encontrarla entré en el auto, lo encendí y aceleré a fondo, para llegar lo más rápido posible.

Drake (Dos años después)

Lena y yo íbamos caminando por la zona de nuestro nuevo territorio, estábamos más al sur que antes establecidos en lo que parecían ser viejas minas, nuestros dos grupos se habían juntado a pesar de la diferencia de nuestras razas, y todo porque Lena y yo íbamos a ser padres de los primeros mestizos de nuestra especie, aunque eso sonaba algo despectivo.

Drake: El secreto de Carrie Washington (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora