29: Por si no fuera poco...

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Carrie

—Baje esa arma, Conrad —dije tan rígida que ni siquiera sonaba como yo.

—Carrie... ¿Qué haces? —preguntó.

—Bájela.

—Niña, apártate de esa cosa —dijo, mientras más personas se juntaban algunas con armas de fuego, otras solo observando. Otros dos oficiales se acercaron al sheriff, apuntándole a mi hijo, ellos tenían las intenciones de dispararle, lo veía en sus ojos—. Chloe, Alice vengan conmigo —ordené. Ambas acataron mi orden y se pusieron detrás de mí.

—Carrie, la que debe bajar el arma aquí y alejarse de esa cosa eres tú. Hazlo o tendré que arrestarte.

—Eso no va a solucionar nada —dijo Louis al ponerse a mi lado.

—Sí... ella es muy testaruda —añadió Max.

— ¿Louis...? —Dijo el sheriff sorprendido—. ¿Qué demonios haces?

—Bueno... ayudo a mi mejor y única amiga verdadera.

Dylan se nos unió, apuntando al sheriff y a los dos oficiales. Había demasiadas personas como para salir sin que hubiese una lluvia de balas, pero aunque así fuera, sacaría a Drake a toda costa.

—Me voy a ir de este lugar en este momento con mis hijos, y usted no va a intentar nada —comenté.

—Esa cosa, aléjate y podrás irte con Chloe.

Puse el cañón del arma más cerca de su rostro, casi rozando su piel, nadie, absolutamente nadie llama cosa a Drake. Escuché como le quitaron las cadenas, entonces Drake se me acercó, hablándome mientras con una mano sostenía la escopeta sin quitar el dedo del gatillo; todos se sorprendieron al escuchar a Drake hablar, menos el sheriff, él no se veía tan sorprendido. Bajó su arma.

—Por dios... —comentó el sheriff.

—No voy a dejar que le hagan daño a mi hijo —comenté.

—Bajen sus armas —ordenó en sheriff—, este es el pequeño con el que te vi hace años.

— ¿Qué...?

—Hace diecinueve años te vi, en el bosque, estabas con una pequeña criatura en tus brazos, y hablabas con él. En un determinado momento te referiste a ti misma como su madre. No puedo creer cuanto creció.

El sheriff Conrad lo sabía, entonces no había sido tan cuidadosa como había creído, mi desconfianza era muy grande, debí haber confiado en más personas, tal vez no debí encerrarme en mi mundo. Estaba por bajar el arma, pero un disparo al aire me lo impidió, luego siguió otro, y otro, entre esos disparos había múltiples risas.

— ¡Que mal niña, tú secreto fue revelado! —dijo el desgraciado de Clayton, acercándose con unos veinte acompañantes, todos armados con rifles semiautomáticos—. ¡Fue bueno tú truco, pero ahora dame a ese dragón! O sino esto se pondrá feo.

—Escojo lo feo —dije apuntándole.

— ¡Espera! —Dijo Dante, interponiéndose entre ambos—. Clayton, ¿Qué demonios crees que haces?

— ¿Que no es obvio? Sacándole provecho a esa bestia —contestó.

— ¡Detente ahora mismo, esto no es lo que acordamos!

—Claro que no —dijo entre risas—. Tú solo quieres a esa criatura para estudiarla, y no ves su verdadero valor. Prácticamente vale oro... Y yo no voy a desperdiciarlo.

Clayton le disparó a Dante en el hombro, provocando so caída al suelo. Apunté el arma justo hacia el cuerpo de Clayton, muchos de los presentes corrieron, pero me aseguré de no dispararle a ninguno de ellos. Jalé del gatillo, pero el infeliz de Clayton interpuso a uno de sus allegados entre los perdigones, el muy descarado se salvó de obtener lo que se merece.

Drake: El secreto de Carrie Washington (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora