20: Michael Dante

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Drake

Él tío Max se fue, dejándome con el dolor del piquete en el cuello. Era algo molesto, aunque no tardo en desaparecer, junto con los otros dolores de mí cuerpo. Caminé por la orilla del granero, escuchando a Lena comer con rapidez, nunca había escuchado tales sonidos, era cómo si rompiera los huesos de los costillares, yo nunca hacía eso, dejaba los huesos limpios, ya que masticarlos me resultaba asqueroso, mucho más sentir la médula, era un sabor asqueroso, además de una horrible sensación en la lengua.

Cuando estuve cerca de ella, me lanzó un gruñido, e intento morderme, a pesar de que no lo lograría por el bozal, que evitaba que abriera mucho la mandíbula, era cómo un perro pelando por su comida, aunque esa comida, era mía, yo simplemente le estaba dando un poco de ella, ya que nunca comía hasta hartarme, solo comía lo necesario —que era menos de medio comedero—, así le ahorraba a mamá miles de dólares al mes en carne. Observé comer a Lena, hasta que estuvo satisfecha —tanto de comida, como de bebida—, apenas y quedaba algo de carne para mí, ella se la había terminado casi toda, fue muy grosera, a pesar de que yo fui amable. No me quejé —como siempre—, no dije ni una palabra, o emití algún sonido, después de todo, ella tenía razón en una cosa: por mi culpa ella estaba herida. Tuve que satisfacer a mi estómago con lo que quedó en el comedero, además de tomar la mayor cantidad de agua que pude, no era suficiente pero bastaría por el momento.

Cuando entré de nuevo al granero, Lena, estaba tratando de romper las cadenas en sus alas, usando sus dientes, lo único que se lo impedía, era el bozal, sino ya estaría lejos. Dejó salir un quejido de dolor, al parecer se había lastimado; ella tenía el ala muy herida, el tío Max lo descubrió cuando le estaba cambiando los vendajes el segundo día, no sabía exactamente que lesión tenía, pero le impediría moverla.

—Te vas a lastimar más si sigues haciendo eso —comenté.

—Entonces quítame estas cosas, quiero irme.

—No puedes, todavía no. Aun sigues herida y mi tío te puede curar.

—No quiero ayuda de esos humanos. Y deja de decir que son tú familia. Los humanos no pueden ser familia de uno de nuestra especie.

—Pues ellos lo son. Tal vez no me vea cómo humano, pero estoy muy seguro de que ellos son mi familia, y también estoy seguro de que, mi madre me dio a luz. Ella me lo dijo, incluso me mostró fotografías de cuando era bebe.

—No tengo la más mínima idea de lo que me hablas, pero eso suena a que es una ridiculez —contestó—. Y tú no eres humano, eres un dragón.

—Te equivocas. Mi madre, simplemente me llama así de cariño.

—No me importa lo que digas. No te creo.

Ella se echó al fondo del granero, estaba enojada, o quizás deprimida, no lo sabía. Lo único que sabía era que no quería que se fuera, solo que permaneciera aquí. ¿A caso ella me gustaba? Era probable, después de todo, es muy hermosa.

Carrie

Después de casi una semana de Aislamiento, decidí salir al pueblo, Chloe, estaba en la nueva casa de su padre, Max se había marchado, al tener todo un día de trabajo por delante, y Louis parecía más ocupado que nunca, al tener que resolver un problema de robo de ganado, me sentía algo sola —a pesar de estar acompañada de Drake—, necesitaba algo de interacción con otras personas —además del par de idiotas que siempre me visitaban—.

Me subí a mí auto, pensando en que Drake no se daría cuenta de mí ausencia, ya que estaría ocupado durmiendo, después de haber comido. Me puse el cinturón de seguridad, arranqué el motor, y me dirigí al pueblo a ochenta kilómetros por hora, llegando en treinta minutos, hasta un lugar que me gustaba visitar en el pueblo, la Feria, estaba repleta de personas, todas divirtiéndose en los juegos mecánicos, los puestos, probando comida, tomando cerveza, u observando el desenlace de los diferentes concursos que se realizaban, en este momento estaban llevando a cabo, un concurso de talentos. Pasaron unas chicas a cantar, un niño bailo, una señora toco la guitarra, etc... algunos de ellos estuvieron espectaculares, otros realmente terribles, tanto que tuvieron que bajarlos de la tarima donde estaban.

Drake: El secreto de Carrie Washington (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora