18: Recuerdo #4

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Carrie

Un rechinido me molestaba, era rápido y constante y algo molesto, después de este ruido estaba un ruido desesperado de una respiración. Cuando abro los ojos Drake estaba a mi lado, mordiendo un de los peluches que chillaban de Chloe, Apenas y entraba en la cama con nosotros, ya era tan grande como un perro gran danés, además de que tenía mayor peso y fuerza, ahora no podía cargarlo en mis brazos sin sentir que estaba cargando un costal de papas; cuando Drake se percató de que estaba despierta, lamió mi rostro dejando el peluche caer por el borde de la cama.

—Mí dragoncito está muy feliz ¿verdad? —murmuré.

Apreté a Drake contra mi cuerpo con el abrazo más fuerte que podía darle, mis brazos estaban debajo de sus cuernos que median alrededor de veinte centímetros y terminaban en una ligera curva hacia arriba. Drake, quiso zafarse de mi abrazo pero no lo dejé, así que forcejeo un poco, arrastrándome por la orilla del colchón hasta que ambos nos caímos de la cama pero para desgracia de Drake, caí sobre él provocando que dejara salir un chillido de dolor, que hizo que Dylan se despertara de su profundo sueño.

Las garras de Drake rasparon el suelo cuando salió corriendo hacía el baños de la habitación, Dylan se levantó, tallándose los ojos y bostezando con el cabello todo revuelto.

— ¿Cómo llegaste al suelo? —preguntó después de un segundo bostezo.

—Le estaba dando un abrazo a Drake pero él quiso irse y yo no lo dejé, entonces ambos caímos.

— ¿Estas segura de que no lo asfixiabas? Porque él nunca se aparta de tu lado.

—Soy su madre ¿Qué esperabas?

—Técnicamente eres su dueña —comentó.

—Y técnicamente yo puedo darte un puñetazo si vuelves a decir que Drake es una mascota. Él es mi hijo.

—Lo que digas, prefiero que esos golpes sean para Louis y Max.

—Mamá —dijo Chloe por el monitor de bebe.

—La pequeña ya despertó —comentó Dylan—. Creo que iré a ver cómo está.

—No, iré yo —dije—, ya has ido las otras veinte veces.

— ¡Vaya! Eso sí que es algo inesperado.

—No eres nada gracioso.

Salí de la habitación esperando el momento en que Drake caminará junto a mí para ver a su hermana, no pisé el primer escalón cuando Drake, ya se encontraba a mi lado, él en verdad que quería a Chloe, siempre jugaba con ella y la vigilaba cuando se quedaba sola por más de un minuto, al parecer era el mejor hermano mayor. Subí las escaleras rápidamente.

Abrí la puerta de mi vieja habitación, que había cambiado un poco desde que la dejé para que fuese la habitación de Chloe. Las paredes estaban llenas de dibujos de flores, pero el más especial era un dibujo que hice de Drake al lado de ellas en el muro más grande, y donde solía estar mi vieja cama, se encontraba la cuna de Chloe, estaba hecha de madera de cedro blanco, sus sabanas eran azules con dibujos de mariposas, todo aquello me disgustaba un poco, el ser madre era lo que siempre había deseado pero por alguna razón odiaba ver las cosas de bebe, por ello cuando había que hacer comprar Dylan era el que se encargaba de ello.

Chloe estaba parada sobre el colchón, apoyada en el barandal de madera mirándome con una sonrisa en su lindo rostro, usaba sus pantaloncillos rosas y su blusa con una imagen de un oso —cosas que yo sí le había escogido, ya que hasta la ropa de bebe me disgustaba—; me acerqué a Chloe mientras ella mantenía esa linda sonrisa.

— ¡Mami! —exclamó alegre.

— ¡Hola cariño! Qué bueno que ya estas despierta.

La tomé en mis brazos para sacarla de la cuna, ya tenía dos años de edad, ya empezaba a hablar, pero lo que más me encantaba de ella era que siempre era muy risueña y sagaz. Todas las mañanas se levantaba temprano —al contrario de su madre— y esperaba a que yo o su padre vinieran por ella para darle su cereal, cambiarla de ropa o dejarla frente a la televisión para que viese las caricaturas matinales.

Drake: El secreto de Carrie Washington (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora