Capítulo 60 || Palabras que alivian el alma.

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—¿Mi hijo? —susurra tan bajo que el silencio que se ha producido me permite escucharlo. 

Tomo sus manos las cuales estruja sin tener consciencia. Sus ojos están fijos en los míos. Cada lágrima oprime mi pecho al saber que su mente le está indicando lo que mis labios no han pronunciado. 

—Si. —Acaricio su mejilla. —Christopher es el hijo que tuviste cuando te dimos por muerta. —Un sollozo escapa de sus labios alterando mi sistema ante su estado. —¡Nena, debes tranquilizarte! —Niega con vehemencia haciendo que mi ceño se frunza. 

Suelta mis manos para ponerse de pie. Me levanto junto a ella, pero algo me alerta y es ver cómo su cuerpo se vuelve inevitable. 

—Eso no es cierto —espeta con tristeza. Algo en sus ojos me indica que esto no terminará bien—. Damon es mi hijo —me gruñe con una intensidad que eriza cada poro de mi piel.

—Lo seguirá siendo. —Me alejo un poco de ella. —Damon fue, es y será siempre mi hijo. —La firmeza con que salen mis palabras provocan un vuelco en mi corazón. Es tan difícil imaginar romper un lazo como el que hemos formado con aquel joven que se ha ganado el corazón de todo. —Pero la realidad está ahí afuera y no la podemos ignorar. —Señalo hacia la puerta del vestíbulo. 

Sus ojos claro como el cielo me miran con una tristeza que me identifica. No quiero imaginar el tamaño de su dolor. Para una madre un hijo es algo sagrado y verse engañada de ésta manera la está consumiendo. 

—Esto es... —No continua ya que un desgarrador sollozo la estremece. 

Phoebe la envuelve entre sus brazo mientras me acerco nuevamente. 

—Sé lo difícil que es —susurro inclinado frente a ella—. Sé lo doloroso que es todo esto. Sé el amor que sientes por Damon, no te pido que lo cambies porque independientemente de todo esto él es mi hijo. Lo amo como tal. Solamente tienes que tranquilizarte y conocer a ese joven que está sumamente nervioso ante el giro que ha dado su vida. —Levanto suavemente su mentón hasta conectar nuestros ojos. —Ha sufrido. El amor familiar que esperaba no le fue otorgado, y créeme, que en sus ojos puedo ver que lo necesita. Nos necesita. —Limpio con dulzura sus lágrimas. —Christopher es nuestro hijo. Un hijo que anhela conocer a su madre y hermanos. Anhela conocer su verdadera familia. —Asiente casi de manera imperceptible.

—¡Mama! —La voz de Ted llama mi atención. 

Al observarlo lo veo junto a un Christopher claramente nervioso. Al estar juntos se puede apreciar la diferencia de edades por mínimos detalles. Tanto en su tamaño por centímetros, como en su aparienci física propia de un adolescente. 

—Es idéntico a Christian. —Ese es el susurro de asombro de Mía. 

Ted palmea su espalda con cariño incentivando su caminar, pero él está estático. Me incorporo observando a mi esposa quien intenta detener el llanto pero fracasa. Le tiendo la mano para que se ponga de pie, automáticamente lo hace sin detenerse a pensar. 

Sostengo su mano con firmeza brindándole lo que necesita, ese soporte para que pueda resistir el peso de la imponente presencia de su hijo. Un rostro que conoció, pero no creyó que requeriría la importancia que tiene ahora.

Camino hacia él junto con una temblorosa e inestable Anastasia. Los ojos de mi hijo están centrados por completo en los de su madre. Hay tantas emociones en ella y muchas en su mayoría contradictorias. La alegría y tristeza, ansiedad y temor, paz e intranquilidad. Cada una con el mismo propósito. El haber encontrado ese ser que pudo haberle dado el amor que ansío y Elena le negó. 

La Sombra de mi Ángel #1 (Saga Sombras, Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora