Prólogo

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—Señor, su hijo por la línea dos. —La común voz de Andrea me interrumpe la revisión del contrato con los españoles. Frunzo el ceño al pensar en que lo normal sería que mi hijo llamara a mi móvil. Tal parece que Ted aún sigue haciendo de las suyas, y me irrita darme cuenta que voy en picada con la educación de mi hijo.

—Gracias, Andrea. —Tomo la llamada claramente exasperado.

La crianza de mis hijos no ha sido fácil. Los múltiples problemas en lo que se involucra Ted, me llevan a recordar a aquel chico de quince años que se refugió en el alcohol y las peleas para canalizar su ira. Aquel joven que un día creyó, que ingresar a aquel mundo del sadomasoquismo sería su escapatoria, sin contar en que ese fue el mayor de todos sus problemas.

¿Será que mi hijo está pasando por lo mismo que yo en el pasado?

Desde que cumplió los dieciséis ha sido catalogado el típico chico problemas. Los problemas de conducta a los que se enfrenta son muchas veces excesivos, y he tenido que recurrir a mis abogados para borrar cualquier evidencia, o lo que es peor, para sacarlo de la jodida estación de policía en horas de la madrugada.

—¿Qué hiciste ahora? —Lo escucho agitado del otro lado de la línea.

Quizás como padre debería siempre de mantener el beneficio de la duda, pero cuando un hijo abusa de esa confianza es difícil volver a confiar en él.

—Nada, papá —bufa—. Sólo quería informarte que mi móvil se extravió. —Suspiro aliviado. Claramente lo material me vale mierda. —Llegaré un poco tarde esta noche. Iré a casa de Aarón, hoy es el cumpleaños de Melissa. —Es cierto, Phoebe me comunicó sobre dicha fiesta, obviamente con uno de sus chantajes.

Me debato entre permitirle tal salida o no, pero...

¿Qué saco prohibiéndole algo a sus veinte años?

Nada. 

De igual manera trabajaré hasta tarde. El viaje a Panamá para la cumbre Iberoamericana me tiene al tope de trabajo. Creo necesario dejar todo listo antes de irme, además entiendo que son jóvenes, y como tal tienen que disfrutar su etapa.

—Está bien —confirmo—. Me pondré en contacto con Luke para que coordine las medidas de seguridad. —Lo escucho rechistar. —Es eso o quedarte en casa, Ted. —Mi tono es firme.

La seguridad de mi familia no es tema de discusión, y él lo sabe muy bien.

—No haré de eso una discusión. —Sonrío al escuchar que utiliza la frase que muchas veces le he dicho. —Te prometí que cambiaría y estoy cumpliendo. —Suspiro melancólico al ver que rápido ha pasado el tiempo. —Nos vemos en casa, papá, el entrenador me espera. —Se escucha del otro lado el grito de sus compañeros de Universidad.

—Hasta luego, hijo —Cuelga.


Inmediatamente me inunda el recuerdo de aquella mujer que fue mi vida entera. La misma que cambio mi mundo por completo. Me regaló los dos hijos maravillosos que hasta ahora han ocupado ese lugar tan especial que en su momento ella ocupó en mi corazón.

Aún después de dieciocho años, el amor inmenso hacia ella sigue vivo.

Su recuerdo me mantiene en pie. Firme en este presente, donde lo único que mantengo entre mis brazos es un cuadro con su foto. La misma foto que por tantos años he conservado en mi escritorio, y que mantengo lejos de la vista de mis hijos.

La Sombra de mi Ángel #1 (Saga Sombras, Grey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora