20: Michael Dante

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Comenté sintiendo una leve sensación de nauseas. Tan solo pronunciar la palabra embarazo me provocaba asco, ni siquiera podía ver a una mujer embarazada, me provocaba una rara sensación además de las náuseas.

—Entonces es madre. Qué bien. ¡Bueno! ¿Qué le gustaría saber?

—Ni siquiera sé lo que buscan, así que no puedo preguntar.

—Bueno, comenzaré diciendo que es una rara especie de reptil, la he estudiado por años, y he descubierto que habitan aquí —comentó—. Hace años encontré uno, pero por desgracia murió, pero descubrí que hay más, uno al menos, y si lo encuentro cumpliré una de mis metas en la vida.

—Espero que lo encuentre, y solo como consejo, le sugiero buscar al sur de aquí, a diez kilómetros del pueblo, allí está la extensión más grande de bosque sin ninguna intervención humana. Allí tendrá más suerte.

—Gracias por el consejo, señorita. Pero, ya establecimos un lugar de búsqueda cerca del lago.

Trague saliva, estaban a diez kilómetros de mi casa, en cualquier momento ellos podrían recorrer esos diez kilómetros a pie, y entonces encontrarían a Drake.

— ¿Por qué el lago?—pregunté—. Es un lugar muy concurrido, todos los días van personas allí.

—Es la mayor fuente de agua en el lugar, además de que está rodeado por rocas, árboles y todo tipo de vegetación densa, es el lugar perfecto, al igual que están unas pequeñas montañas cerca —contestó, haciendo unos ademanes sobre la mesa como si señalara lugares en un mapa.

Continuó hablando, contándome innumerables razones en términos científicos que no entendía, pero eso no me importó, me hice de oídos sordos mientras me concentraba en su rostro, me resultaba muy familiar, como si ya lo hubiese visto, pero su barba de candado, y su piel morena no me resultaban familiares, solo... —¡Dios mío!—pensé, era aquel hombre de chaleco naranja, el que seguramente se había llevado los otros huevos, él los tenía en su poder y ahora estaba buscando al último. Drake.

—Y sí lo encuentra ¿qué hará? ¿Lo matará? —pregunté.

—Lo siento, pero no puedo revelar esa información a nadie, pero sin duda no lo mataré —comentó con una sonrisa, pero con un tono de indignación—. Una especie como esa debe de ser conservada, es más valiosa viva que muerta.

—En mi opinión, deberíamos disecar a ese reptil cuando lo encontremos y colgarlo en alguna pared —dijo Clayton—. Se vería espectacular.

—Espectacular, mejor dicho cruel y horrible —comenté.

—La señora tiene razón. Nada es más hermoso que un animal vivo —añadió el profesor Dante.

Ese cazador, me daba nauseas, en verdad que detestaba a la gente cómo él, excepto a Louis, a él le gustaba cazar, pero aun así él había dejado de hacerlo cinco años después de que conocía a Drake. Ahora respetaba la vida tanto como Max y yo, y el solo hecho de estar junto a estos dos hombres era un insulto, además, si estaba más tiempo cerca de ellos, podrían reconocer mi rostro —que no ha cambiado casi nada en veinte años—, si eso pasaba, me obligarían a decirles en donde estaba Drake, o me seguirían a casa, donde lo capturarían, y no dejaría que encontrasen a mi hijo.

—Lamento tener que decir, que debo irme. Mi hijo tuvo un accidente hace unos días, y no puedo dejarlo solo mucho tiempo —dije para poder irme.

—Es una lástima señora —dijo el profesor—, espero que esté bien.

—Gracias y fue un gusto conocerle, profesor.

—Por favor, llámeme solo Michael, solo uso el título de profesor cuando voy a conferencias.

—De acuerdo. Que ambos tengan una buena tarde— finjo una sonrisa al alejarme de ellos, forzando tanto mis músculos faciales, que me dolieron al instante.

Di media vuelta, cambiando mi expresión a una más seria, no aceleré el paso, seguí caminando de manera normal, hasta llegar a la puerta del café, luego de salir, y avanzar un par de metros, para luego salir corriendo en busca de mi auto.

Michael

Estaba completamente seguro, era ella, la chica que selo había llevado veinte años atrás, al bebe de Nyáh, esa mujer, era la chica de hace veinte años, las que se había llevado el ultimo huevo que tanto necesitaba.

— ¿Es ella? —Preguntó Clayton—, o tendré que buscar a una quinta rubia.

—Estoy muy seguro, es ella, jamás olvidaría ese rostro tan hermoso, sobre todo esos ojos azules, que viéndolos más de cerca tienen algo de verde —contesté.

—Entonces... ¿Cómo procederemos? ¿La seguimos y se lo quitamos?

—No, ella tal vez nos reconoció, su mano temblaba levemente. Ella lo tiene, y lo más probable es que vaya a encerrarlo o encadenarlo en algún lugar en el cual no podremos encontrarlo.

—Entonces le diré a los chicos que la sigan.

—No, si ella sospecha puede llevárselo del pueblo, o hacerle daño, si lo ha conservado es porque sabe lo valioso que es, no podemos arriesgarnos a perder a este.

—Sí, lo olvide, los otros murieron después de nacer al igual que la madre —comentó Clayton.

—Ojala hubiese podido salvarlos, pero no pude. Sobre todo a la madre, a la cual le disparaste —reclamé.

—La tenía a tiro, y estaba a punto de atacarle.

— ¡Patrañas Clayton! —Exclamé, manteniendo el control en el volumen de mi voz—, no estaba en peligro, pero... —suspiré—, lo pasado, pasado. Solo quiero tener al último.

—Sí, yo también. 

Drake: El secreto de Carrie Washington (En edición)Where stories live. Discover now