Draco Malfoy III

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A través de la niebla de la mañana podías ver los terrenos que rodeaban Hogwarts, cubiertos por una capa de blanca nieve. Diciembre había llegado al castillo y por ello las clases muy pronto darían su fin para abrirle paso a las tan deseadas vacaciones navideñas.

Con flojera bajaste al Gran Comedor, todos los alumnos estaban igual que tú: con mucho sueño y no queriendo ir a clases.

Te dirigiste a tu mesa. Al caminar a lo largo de esta buscando un asiento libre, varios alumnos de Hufflepuff te dijeron los buenos días.

Cuando por fin encontraste una te sentaste sin hacer mucho ruido y comenzaste a degustar el desayuno.

Al otro lado del comedor un par de ojos grises no te quitaban la mirada.

La mesa de Slytherin estaba igualmente callada al igual que las otras tres.

Draco Malfoy, un chico rubio perteneciente a la casa de Slytherin se encontraba viendo-por más increíble que sonara- a una chica de Hufflepuff, que además de provenir de familia muggle.

Ni él mismo se lo podía creer. Draco siempre adulaba su casa, además de creer que los de sangre pura eran mejores que cualquier otro. Esas dos cualidades las podían rectificar cualquier persona y una de ellas era Hermione Granger. La cuál hace más de tres años durante una práctica de Gryffindor había sufrido el insulto "sangre sucia".

Sin embargo te seguía mirando, tú le parecias extremadamente linda, por no decir adorable.

-Draco...Draco ¿me estas escuchando?

La voz de Pansy lo sacaron de su hipnótica vista fijada en ti. Pansy siguió la vista y al ver a quién se encontraba viendo, ahogó una risita.-¿Enserio? ¿ella?-preguntó algo irritada.-Vamos, Draco. Te puedes conseguir a alguien mejor que esa sangre sucia.- dijo mientras se reía.

Draco solo se limitó a bajar la mirada. No le gustaba que insultaran a la chica que a él le gustaba, pero por otra parte Pansy tenía razón. Habían miles de chicas que eran sangre pura y eran de Slyterin que matarían por estar con él.

El rubio, volvió a tener la fría y dura mirada de siempre y se volvió a mirarla.-Cierra la boca, Pansy.-con esta orden la chica se sintió intimidada y con algo de incomodidad volvió a comer.

Draco se quedo allí. Cada vez que sus amigos osaban a insultarte, Draco los mandaba a callar al instante.

Él volvió a mirarte y, sin decir nada sus amigos lo observaron.

Draco solo te veía hablar con tus amigas, sonreía cuando tú lo hacías. A Draco le gustaba verte feliz, a sabiendas de saber que tú nunca te fijarias en él.  Por el mismo hecho de conocer todas las historias y rumores que lo rodeaban.

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