38. Cerrando círculos.

5.7K 325 14
                                    


A quien tu decidiste amar-Sandoval 

—¿Impaciente? —Preguntó con ternura mi esposo. Y sí que lo estaba, moría por ver a mi pequeña Mel.

Después de disfrutar ese par de horas a su lado, entre caricias y besos tomamos un baño, nos cambios e íbamos camino a casa de sus padres donde estaba nuestra hija. Dudaba que mis papás hayan dicho que estaba aquí, pues querían que sea sorpresa. Solo esperaba que los suyos no vayan a odiarme por haber hecho sufrir a su hijo, por abandonar a mi pequeña.

—Si... fue tan difícil alejarme de ella. ¿Sabes? Mel fue lo único de lo que nunca dude, desde el momento que supe que era mía, la adore y desee ser la madre que merece—murmuré.

—Eres todo para ella, princesa. Lo cierto es que nunca esperé que te reconociera con tanta facilidad, era muy pequeña cuando sucedió el accidente y aunque siempre le hable de ti y le mostraba fotografías nuestras, nos tomó desprevenidos.

—Mi bebé es la niña más inteligente del mundo—aseguro, como buena mamá orgullosa.

—Igualita a su madre—responde, regalándome esa hermosa sonrisa suya.

Dios, definitivamente estaba total y completamente enamorada de él.

Cuando llegamos, me dijo que esperara en la entrada, pues quería darle una sorpresa a nuestra hija. Parecía que estaban todos reunidos, pues el carro de mis padres estaba afuera y se escuchaban varias voces en la sala. Además de mi hija, tenía muchas ganas de ver a Teffie, hablar con ella y pedirle disculpas por nuestro último enfrentamiento.

¡Papi! Leglesaste, ¿adivina que me complo tía Teffie? —Mi princesa enseguida se hace de la atención de su padre, sonreí sin poder evitarlo. Definitivamente, Mel era una niña mimada y muy consentida.

—¿Otro regalo? —Pregunta con fingido horror, Damián.

¡Sí! Y ela lo que quelia, un billo pala labios con chispitas—dice con tanto entusiasmo, que contagia.

—Ustedes están malcriando a esta niña—repela su padre, haciendo que todos rieran.

—Es mi trabajo como tía—dice mi hermana sin más.

—¿Y? ¿Todo bien? —Escucho preguntar a mamá con curiosidad, pues seguramente esperaban que llegara con él.

—De maravilla, suegra—asegura Damián—. Hija, tengo otro regalo para ti...—comienza.

¿Legalo? ¡Sí! Yo quelo legalo, papi, ¿qué es? —Apremia con emoción.

—Tienes que taparte los ojitos y quedarte muy quieta, ¿puedes hacer eso por mí? —Preguntó.

Pelo yo quelo vel—se quejó la niña.

—Y vas a ver, preciosa, pero... primero tienes que cerrar los ojitos, si no, no hay regalo.

Refunfuñando mí pequeña se cubre con sus manos, mientras Damián viene por mí. Deposita un rápido beso en mis labios y me guía hasta donde todos están reunidos. Jadeos de sorpresa se dejan escuchar, nadie se esperaba aquello. Sonrío a todos con timidez y me sitúo justo enfrente de ese pedacito de cielo, que no dejaba de preguntar con impaciencia si ya podía ver.

—Ya puedes ver, princesa—murmuro y en cuanto escucha mi voz, deja de cubrirse, permitiéndonos ver sus brillantes ojos azules y una enorme sonrisa en rostro—. Hola, preciosa.

¡Mami! —chilla con emoción, lanzándose a mis brazos donde la recibo con alegría.

Tener a mi bebé junto a mí es lo más hermoso y gratificante del mundo. Aún sigo sin comprender como pude olvidarme de este angelito que con su sola presencia ilumina la habitación. La estreche en mis brazos y la llene de besos, no había nada mejor que esto.

Comenzando De Nuevo ©Where stories live. Discover now