9. La fiesta.

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Valeria

Por fin llegó el día de mi cumpleaños, estaba muy emocionada. Esa mañana mis papás me despertaron con una caja de cupcakes y un regalo precioso, un juego de joyería de oro blanco que iba perfecto con el vestido que usaría.

-Muchísimas felicidades, princesa-dijo mi padre, abrazándome-no puedo creer que ya tienes 19 años...-cuando la voz se le corto me conmovió mucho, sabia cuán difícil era para él ver a sus pequeñas crecer.

-Gracias papá, te quiero mucho-murmure, sentí como depositó un beso en mi cabello.

-Hija, muchas felicidades. Espero que este sea un hermoso día para ti-dijo mi madre mientras depositaba un beso en mi frente.

-Gracias ma’ por todo-estaba segura que mi fiesta sería increíble gracias a ella, puso mucho esfuerzo y me consintió en todo lo que quería. 

-De que, hija. Ya que ninguna quiso fiesta de quince años, al menos me dejaste organizar esta-dice divertida y todos reímos. Ni a Teff ni a mí nos gusta mucho eso de las enormes fiestas de quince años, ambas pedimos viaje por lo que mi madre se quedó con las ganas de organizar una.

-Ya supéralo, madre-dice mi hermana para molestarla-Sista, ¡Felicidades!- grita mi hermana y se lanza sobre mí, haciendo que las dos cayéramos sobre la cama.

-Cuidado con los pastelillos, niñas-dice papá.

-¡Cupcakes, papá! ¡cupcakes!- corrige Teffie con fastidio, seguro es la milésima vez que lo hace.

-Es lo mismo-las tres rodamos los ojos, nunca le haríamos cambiar de idea.

Después de platicar un rato con ellos en mi habitación, juntos bajamos a desayunar. Mi madre había preparado, chilaquiles verdes, amaba comer eso.

-Gracias, gracias-dice besándola repetidas veces cuando lo vi y todos rieron.

-Sabía que te pondrías así-dice Teff riendo.

-Al menos a ustedes las consciente, no que a mí ya no me prepara nada especial-dice mi padre haciéndose el sufrido y todas reímos por su exageración.

-¿Estás seguro de lo que dices, Marcos?-pregunta mamá enarcando una ceja. 

-Sí-dice con seguridad.

-Está bien, para que la próxima vez que lo digas sea cierto,  este viernes ni me pidas ceviche con salsa especial-amenaza.

-¡uh!-decimos Teff y yo divertidas, picándolos más. Todos los viernes de cuaresma papá pedía su ceviche de mariscos, pero no comía cualquiera solo el que mamá solía preparar con una salsa picante de habanero.

-Demonios…-suelta papá por lo bajo dándose cuenta que la rego, miro de reojo a mamá y sé que está tratando de contener una risa, pero sigue fingiendo enojo. Mi hermana y yo sí que no podemos contenernos y estallamos en risas.

-Pero si lo harás para nosotras, ¿verdad mami?-dice Teff con demasiada amabilidad.

-Por supuesto, hija. Es más hare hasta para los Navarro, y vamos a comer a su casa-la cara de mi padre es todo un espectáculo. No sabía cómo hacerle para componer lo que había dicho, conocía lo suficiente a mamá como para saber que enserio lo haría.

-Por cierto, esto esta delicioso-murmure cambiando un poco el tema y dándole un respiro a mi padre, pobre ya nos reímos mucho a su costa por un rato.

-Gracias-dice sonriendo, su sonrisa era igual a la mía y a la de mi hermana. Si algo habíamos heredado de ella, era eso.-apúrale, porque Paul debe estar por llegar con las masajistas-asiento rodando los ojos. Se les había ocurrido que necesitaba un masaje y tratamientos faciales para la noche, tenía que estar perfecta según Paul.

Comenzando De Nuevo ©Where stories live. Discover now