19. Promesas.

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Y el gran día llego. Después de tanto drama, corridas de aquí para allá y un enorme esfuerzo por parte de todos para que nuestro día se hiciera realidad. En un par de horas me casaría con Damián, con mi príncipe. Contra todo pronóstico, habíamos logrado organizar todo en un mes... tendría la boda de mis sueños.

Hace exactamente 48 horas que no lo veía y eso sumado a los nervios por la boda, síntomas propios del embarazo, etc... me tenía al borde del colapso. No sé en qué momento había aceptado no ver a mi novio, mi mamá y suegra fueron muy persuasivas a la hora de convencernos de que era lo mejor. Lo cierto es que desde que nuestra casa está prácticamente amueblada, nos habíamos estando quedando a dormir allí y me había acostumbrado a despertar a su lado... detestaba no tenerlo junto a mí.

—¿Quieres calmarte? En menos de dos horas lo vas a ver y no te separaras de él, nunca más— Dice mi hermana con fastidio al verme caminar de un lado a otro en la habitación.

—No entiendo porque no lo dejaron venir a verme anoche—Refunfuño nuevamente.

—Ya te dije que es de mala suerte y haz el favor de calmarte que mi nieto no tiene la culpa de que seas impaciente—Espeta mamá entrando.

Después de un par de regaños más, logre tranquilizarme. Las chicas que habían contratado para arreglarme llegaron y comenzaron con su magia. Moría por ponerme de nuevo mi vestido, porque Damián me vea en él. Mis casi cuatro meses de embarazado apenas empezaba a notarse, después de la boda teníamos cita para conocer el sexo del bebé, y si he de ser sincera, me encantaría que fuera una niña.

Cuando las chicas, Teffie y Alexa entraron a la habitación, enfundadas en sus hermosos vestidos de damas, supe que la hora había llegado.

—Se ven preciosas...—Murmure emocionada.

—Nada, nada, la única aquí que se verá preciosa eres tú, es tú día princesita y serás el centro de atención—Dice Lee y todas la secundan. Definitivamente habíamos tomado la mejor decisión eligiendo esos hermosos vestidos color salmón para ellas, les quedaba perfecto a todas, aunque claro, cada una con su respectivo diseño. Mi sobrina Alice era la niña de las flores, Andrés el encargado de llevar los anillos y Sebastián mi padrino, nadie mejor que mi primo para eso.

Hace dos días llegó la familia de Damián, todos me que cayeron de maravilla y me aceptaron inmediatamente. Sé por Alexa que uno de sus tíos le regalo algo a Damián  para los dos, pero no me quiere decir que es, según es una muy agradable sorpresa... en fin, mi curiosidad y yo teníamos que esperar hasta después de la boda para saber de qué se trataba el asunto.

Entre todas me ayudaron a ponerme el vestido y cuando me mire en el espejo de cuerpo completo, quede sorprendida por el resultado... me veían tan diferente, tan radiante, feliz... la sonrisa apenas me cabía en el rostro y mis ojos brillaban como nunca. Las chicas habían hecho un excelente trabajo con mi maquillaje, era natural pero hacia que mis ojos resaltasen y mi cabello caía con suavidad en ondas, decorado con la hermosa tiara de cristales.

—Oh por dios...—Murmuro papá con la voz contenida cuando me vio bajar las escaleras.

—Te ves preciosa, hija—Dice mamá Tina, limpiándose las lágrimas.

—Mi bebé...estás radiante—Los ojos de papá se cristalizaron, me conmovió tanto verlo así.

—Es hora, nuestra pequeña va a casarse y comenzar su propia familia—Nos apremia mamá, sonriendo con ternura.

Un agradable sentimiento que no pude descifrar me embargo al oír sus palabras... mi propia familia, a partir de hoy nada ni nadie me separará de Damián, juntos recibiremos a nuestro bebé y le daremos un hogar. Era algo abrumador ser consciente del gran paso que íbamos a dar, pero definitivamente estaba lista para hacerlo.

Comenzando De Nuevo ©Where stories live. Discover now