Comenzando De Nuevo ©

37. Comenzando de nuevo.

—No hay manera de que podamos culparte por tu actuar... reaccionaste como cualquiera lo hubiera hecho en tu situación, hija y como dice tu madre, no podemos estar más que orgullos por salir adelante después de lo que viviste. Así que no nos queda más que decirte, que aproveches esta segunda oportunidad que la vida te dio... ¡vive, mi niña! —Y escucharía las palabras de papá, viviría y disfrutaría cada momento junto a los que más quería.

***

No sé qué hizo mamá exactamente, pero había conseguido que viera a Damián en nuestra casa, pues desde que me fui habían estado quedándose con sus padres. Según ella, necesitamos tiempo para hablar y lo mejor sería hacerlo a solas, estuve de acuerdo, aunque moría por ver a mi hija.

Mi corazón latía con fuerza cuando aparcaron frente a esa construcción que era mi hogar, que era mi lugar en el mundo... esa casa que estaba impregnada de momentos maravillosos, tristes pero esos mismos la hacían tan especial, tan única. Deseaba con todo mí ser convertirla de nuevo en ese refugio, que estaba segura, fue durante los dos años increíbles que estuve con Damián. Me despedí de mis padres, quienes me infundieron valor hasta el último momento con palabras cariñosas, antes de marcharse.

Respire varias veces antes de caminar hacia la puerta. Estaba muy nerviosa, no tenía idea de cómo saldrían las cosas, de si Damián ya había tomado una decisión y no me escucharía. Toqué con timidez, esperando que sea suficiente para que lo escuchara y cuando momentos después sus pasos del otro lado se dejaron oír, largué un último suspiro intentando controlar mi respiración acelerada así como el golpeteo frenético de mi corazón. Ni siquiera lo había visto y provocaba todo ese mar de emociones en mí.

No hay palabras para describir su rostro cuando abrió y me vio parada ahí. Estaba totalmente sorprendido. El momento quedó suspendido en el tiempo... ninguno era capaz de reaccionar, él porque no esperaba en absoluto encontrarme allí y yo porque todo lo que quería decirle, simplemente no salía de mí, estaba totalmente deslumbrada por tenerlo enfrente de mí, por poder perderme en esos ojos azules tan cálidos que eran mi hogar.

—Hola...—murmuré después de infundirme valor.

Cerró los ojos un segundo, como no creyendo lo que veía.

—Valeria...—la palabra salió como un suspiro de sus labios y un escalofrío recorrió mi cuerpo, amaba como se escuchaba mi nombre en él.

—¿Puedo... puedo pasar? —Pregunté con una pequeña sonrisa después de un momento de silencio. De verdad que no se esperaba esto, estaba en shock.

Asintió, haciéndose a un lado, sin despegar su preciosa mirada de mí.

—¿De verdad eres tú? —Su pregunta me hizo sonreír. Le parecía tan inverosímil... se me ocurrió una manera de demostrarle que estaba aquí, que había venido por él.

Acaricié su mejilla y con suavidad pegué mis labios a los suyos, tardó un par de segundo en reaccionar y rodear mi cintura con sus brazos, pegándome a él. ¡Santos Dios! No había nada mejor que esto, que estar en sus brazos, que saborear sus labios. Cuando el aire comenzó a faltarnos, pegó su frente a la mía. Ambos jadeantes, con los ojos cerrados, disfrutando de ese momento único, no había necesidad de hablar, la electricidad que corría entre nosotros lo decía todo.

No sé cuánto tiempo estuvimos así... pudieron haber sido horas y no me importaría, lo tenía junto a mí, nada era mejor que eso. Pero necesitamos hablar, necesitaba dejarle en claro que lo elegía, pedirle perdón por herirlo... había tanto que decir.

Deposite un rápido beso en su mejilla y tomando su mano, lo arrastre hasta el sillón más cercano.

—Necesito que me escuches...—asintió sin decir nada, con una sonrisa en su rostro—. Primero que nada, perdón por haber estado tan ciega, por herirte y herir a nuestra hija en el camino—hizo amago de decir algo, pero lo detuve—. Fue así, Damián y aunque no era mi intención, fue así... pero todo tenía una razón, tal vez no era lo mejor, sin embargo, creía que era lo más correcto, lo más honesto.