Capítulo 24

4.8K 263 13
                                    

Lo miro fijamente, aún sin creerme que está aquí.

—¿Podrías dejar de mirarme de esa manera? —me preguntó Jeremías. —Me incómodo.

Lo sigo mirando como si una cabeza la haya crecido en el trasero. No lo esperaba aquí, hasta dentro de dos días y que esté antes, me impresiona.

—Pensé que tardarías más tiempo en llegar.

Le digo algo más calmada.

—Te dije que siempre que necesites de mí yo iba a responder lo más rápido que pueda hacerlo. —hizo una pausa mientras me miraba y suelta un suspiro. —Y después de la alerta que Abel me envió, necesitaba llegar lo más rápido posible.

Le miré confundida.

—¿Alerta? —le manipulo su mente para que me diga que es lo que pasa.

—No es necesario que me manipules o trates de manipularme la mente. Te lo iba a decir de todas maneras.

Miré a Jeremías más desconcertada de lo que estaba.

—Te transformaste, o parcialmente. —comienza a explicarme. —Te saliste un poco de control e incendiaste tu habitación con llamas del infierno, con un ángel dentro de ellas.

Palidecí.

Nick, estaba allí cuando comencé a enfurecerme. Recuerdo que comencé a molestarme por algo que estábamos hablando, y que estábamos hablando de algo de mucha importancia. Pero, el que haya incendiado mi habitación no lo recuerdo. Tampoco recuerdo haber quemado a Nick.

—¿Está bien? —dije interrumpiendo a mi amigo.

—¿Quién?

—El ángel. ¿Se encuentra bien?

Jeremías asintió, confundido. Supongo que es porque jamás he preguntado por alguien o algo que no sea mío.

—Eh, supongo que sí. No estaba a la vista cuando llegué.

Me levanto, aunque mi piel arda y sienta que el fuego todavía está en mí, busco a Abel, para saber si él tiene respuestas de donde está Nick.

Necesito saber qué fue lo que pasó antes de que pasara todo esto. Es extraño que mi memoria esté fallando. Normalmente suelo tener una memoria muy buena. Lo mejor para poder seguir con mi vida.

Miro cuarto por cuarto hasta dar con el paradero de mi amigo, el cual era su habitación.

—Zoe —dice él al verme. —¿Qué haces fuera de la cama?

Ignoro esa pregunta y voy al grano.

—¿Dónde está Nick?

Frunce el ceño confundido, debo de suponer que es porque no sabe quién es Nick.

—¡El Ángel! —le digo un poco más irritada. —¿Dónde está?

Abel señala el baño de su cuarto y yo me acerco lentamente a esa dirección, para después abrir la puerta y ver a Nick con muchas partes de su cuerpo y muchas heridas, además su hermoso labio sangrando.

—Zoe... —dijo al verme, preocupado. —pensé que estabas descansando.

Me acerco a él, como puedo y veo cada una de las heridas.

—Infiernos... ¿yo provoqué esto? —dije tocando una de sus heridas, a lo que él reaccionó alejándose por él dolor.

Nick no se movía y no se quedaba mirándome mientras yo tocaba cada una de sus heridas en su brazo, ahora con más cuidado.

La hija de LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora